
El cierre de frontera y el estado de excepción le jugó en contra al Gobierno en el Circuito 4 de la capital zuliana. Pablo Pérez, exgobernador del Zulia, asegura que Fidel Madroñero "subestimó" a la diputada Elimar Díaz
Las elecciones parlamentarias del pasado domingo 6 de diciembre llenaron de buenas noticias a la oposición zuliana, que ganó 13 de las 15 curules en disputa. Pero quizás ninguna victoria se celebró tanto a lo interno de la Mesa de la Unidad Democrática como la del circuito 4 del oeste de Maracaibo, un bastión del chavismo que reconquistó la alternativa democrática después de un lustro de reveses.
La última vez que el oeste de la capital zuliana, compuesto por las parroquias Idelfonzo Vásquez, Antonio Borjas Romero y Venancio Pulgar, se había teñido de azul había sido, precisamente, en la anterior contienda legislativa de 2010, una tarea que lucía de inicio muy cuesta arriba para la joven de 25 años Elimar Díaz, quien pese a las dificultades y su inexperiencia, se ganó la confianza de los electores, erigiéndose como la candidata insignia del “Cambio” en el estado.
Uno de los elementos destacados de la campaña electoral que catapultó a Díaz a la Asamblea Nacional fue el esfuerzo que hizo toda la dirigencia de la coalición por volcarse en este circuito, en especial, Pablo Pérez, exgobernador del estado, quien encabezó, junto a un grupo de dirigentes locales, la dirección política y organizativa de la estructura electoral que defendió el voto de estas comunidades.
El método
Ante lo impactante de los resultados (la mejor votación de la oposición en los últimos cinco años), Pérez está convencido que quienes eligieron a Elimar Díaz fue el mismo pueblo que ratificó en 2004 al fallecido expresidente Hugo Chávez y que lo ayudó a llegar la presidencia en 1998. "Maduro no puede responsabilizar a los dirigentes de base por haber perdido. Los patrulleros, las UBCH, no son los que toman las medidas gubernamentales, ellos solo ejecutan las órdenes de la dirigencia del Psuv, que fue el gran derrotado”.
El excandidato presidencial explicó a La Verdad la estrategia que llevaron a cabo para determinar cuáles eran los centros que tenían que ganar, en cuáles había que cerrar la brecha y, finalmente, en cuáles requerían parar la arremetida para asegurar la diputación. Dividieron el circuito en tres partes. Necesitaban ganar en los lugares más consolidados: el centro de votación Santa Mariana de Jesús, el Evelia Pimentel, el Cardonal Wayuu, el Humberto Fernández Morán, entre otros. Se propusieron ganar, también, algunos centros de los que están ubicados después de El Muro, en el Marite: el José Félix Rivas, Francisco Valera, Julio González. “Más atrás, en los sectores que no tienen nada, teníamos que aguantar la arremetida, apoyados en los miembros de mesa que evitaron el voto asistido”.
Y es que una de las prioridades del equipo del circuito 4 fue contactar a la mayor cantidad posible de miembros de mesa. “Era muy importante, porque el miembro es un funcionario del CNE, es autónomo en su mesa y no lo pueden sacar. El Psuv quería controlar todas las mesas y llegar el día del proceso con puros miembros accidentales para votar por todo el mundo".
La tarea de formar un grupo sólido de defensores del voto no fue sencilla. Al principio muchas personas no querían trabajar, estaban desanimadas. “Nos tocó visitar dirigente por dirigente y animarlos para que se sumaran. La supervisión permanente fue fundamental, porque había que estar ahí. Ese trabajo no se puede hacer desde la oficina. Incluso le hacíamos exámenes a los testigos y a los miembros”.
Pérez afirma que en los centros nuevos se quería gestar la trampa. Seis por ciento del electorado (unos nueve mil votantes) fueron mudados a esos centros, la mayoría de una mesa y ubicados en edificaciones con identificaciones partidistas, como las bases de misiones. “Nosotros sabíamos que ahí podíamos perder, pero la idea era que no votara gente de más y que no hubiese voto asistido. El Plan Repúblico hizo lo que tenía que hacer, cumplir con su deber institucional y que se respetaran las leyes”.
Fidel, el "soberbio"
Que Elimar Díaz se convirtiera en el emblema de la Unidad en el estado mucho tuvo que ver con el rechazo que generaba el polémico Fidel Madroñero, candidato oficialista. “Fue muy soberbio”, apunta Pérez, convencido de que la soberbia es el arma de los torpes con poder. “Caravanas, carros blindados y camionetas. Ni cuando era gobernador andaba así. Las exageraciones a la gente de los sectores populares no les gustan. La verdad es que Fidel subestimó a la población del oeste y a Elimar, y ella fue muy buena candidata”.
El exgobernador del estado lamenta que todavía se crea que la gente de los sectores con más necesidades va a vender su conciencia por una bolsa de comida o una tabla. “El Gobierno perdió la calle. Cuando un pueblo quiere cambiar no valen ni las presiones ni el miedo. La crisis en el oeste es tan dura que en la zonas más populares dijeron 'basta, estoy cansado de hacer colas, de no conseguir medicinas'”, subraya el dirigente de Un Nuevo Tiempo, quien recuerda lo que le dijo una electora del centro de votación Idelma de Morales a un movilizador del chavismo que la llamó: ‘no me digas nada, sácame de donde tú me tienes, porque mes estoy muriendo de hambre”.
A pesar de que la denominada revolución bolivariana se vende como defensora de los más necesitados, Pérez constató en sus recorridos de campaña que la “gente está comiendo una sola vez al día, máximo dos” y viven en una preocupación permanente. Acepta que en el Circuito 4 el tipo querido y respetado era Chávez. “Hubo muchas personas que nos dijeron: ‘mi compromiso es con una persona que lamentablemente ya no está. Yo no tengo miedo, porque esta casa me la dio Chávez a mí y nadie me la va a quitar’".
Factor determinante
En el oeste de Maracaibo, la crítica situación en la Guajira y el Estado de Excepción afectaron al Gobierno nacional. “Los wayuu tienen su esquema cultural, que fue afectado. Ellos tienen la costumbre de ir los domingos a la Guajira a llevarle comida a su familia y ahora no la pueden pasar. Muchos de ellos tienen familia colombiana y se sentían irrespetados con las deportaciones.
