Eso
Uno de los grandes mitos de la contemporaneidad en la política ha sido la exaltación del pueblo como depositario de todas las virtudes cívicas. Eso de que el “pueblo nunca se equivoca” es una tremenda falacia. Se equivocó cuando estaban AD-Copei, se equivocó cuando votó por Chávez-Maduro y se volvió a equivocar, en este caso, los alemanes, cuando apoyaron a Hitler, el artífice de la II Guerra Mundial (1939-1945) y de todo el horror que se produjo en los campos de concentración y exterminio. Los ejemplos son abrumadores para respaldar este supuesto.
Adicionalmente en nuestro medio político primitivo, barnizado de modernidad institucional, solo eso, el “pueblo pobre”, depositario de la “voluntad popular”, debe ser mimado aunque mantenido en la indigencia. Pueblo somos todos los ciudadanos venezolanos en un sentido sociológico amplio, aunque el pueblo al que apelan la mayoría de los políticos, son básicamente los pobres, esa “corte de los milagros”, ese ejército de desesperados que han aprendido no a vivir sino a sobrevivir, desde mundos precarios como lo son la mayoría de nuestros barrios miserables, auténticos baluartes de la anarquía ciudadana que acechan y oprimen toda posibilidad de una urbanidad racional.
Para la gran mayoría de los políticos venezolanos no hay “pueblo” libre ni responsable de su propio destino, sino el “pueblo-víctima” lo cual lo convierte en “pueblo-cómplice” (Alberto Quero) siempre en minoridad de edad. “Pueblo-chulo” que vive de las prebendas del Estado, de estar arrodillado al partido de Gobierno desde un servilismo ideológico trágico, o como burócratas mantenidos en las principales instituciones públicas, o practicantes del “bachaqueo” vejatorio, del contrabando a la luz del día, de los rodeos a la ley, de las “misiones”, (hoy casi todas aéreas), de las pensiones a los viejitos y no tan viejitos, en fin, una inercia feliz.
El “socialismo chavista” en estos 17 años de regresión histórica, con el agregado del autoritarismo, exacerbó el populismo de AD-Copei gracias a un ingreso petrolero extraordinario que se cansó de dilapidar y robar. Aunque todavía hay algunos por ahí, de la fauna del PSUV, vociferando que los “escuálidos” serán botados de las empresas públicas. Tendrán que botarse ellos mismos entonces.