Máscaras de terror

El retiro de los retratos de la Asamblea Nacional , según Carlos Vivas, tuvo el objetivo de “quebrantar la imagen de Dios que se le dio al difunto”

¡Vergüenza! Es lo que se siente como espectador de la “guerra de los retratos” y la presunta ilegalidad de decisiones tomadas por la AN. Ardid del PSUV para desviar la atención de los graves problemas del país y desacreditar a los diputados de la MUD, al presentarlos como desconocedores de las leyes; al mismo tiempo significa réditos políticos para el partido de Gobierno que es experto en el manejo de símbolos. He allí la alharaca con las fotos del “comandante eterno”, quien utilizó el paternalismo para crearse una imagen de bondadoso, amoroso, el que provee a los pobres sin pedir nada a cambio. Esa dádiva lo que hizo fue degradar al venezolano como persona, al hacerlos dependientes del “papá Estado” mimetizado en el comandante. Esa “bondad”, en el fondo, le hizo más poderoso al tener control absoluto sobre sus seguidores. 

El misticismo con el que se envolvió la imagen del “comandante” derivó en el nacionalismo ramplón con el que se rasgan las vestiduras los chavistas-maduristas. El retiro de los retratos de la AN, según Carlos Vivas, tuvo el objetivo de “quebrantar la imagen de Dios que se le dio al difunto”; por eso el Gobierno utiliza la violencia para vengar la afrenta (se metieron con “símbolos vitales de la identidad nacional”, Presidente de la República dixit); porque quien se opone a su legado, está contra el “protector” y en consecuencia, es un peligro para el pueblo chavista-madurista. Es el mensaje que envía el grupo de la FANB “chavista, socialista, antiimperialista y revolucionario” que emitió un comunicado señalando “su profunda indignación por la forma irrespetuosa, cargada de soberbia y desprecio en que se ha ordenado retirar las imágenes”. Ante todas estas manifestaciones, hay que hacerle caso a Carlos Vivas cuando expresa “Venezuela necesita tratamiento psiquiátrico colectivo de rehabilitación”. 

El caso de la denuncia de desacato de la AN ante el TSJ, no tiene otro fin que “confundir a la gente y sembrar dudas sobre hechos o actos apegados a la juricidad “(Absalón Méndez). Según especialistas en Derecho Constitucional, las peticiones realizadas ante el TSJ carecen de sentido y fundamentación jurídica. Para Absalón Méndez, “un TSJ distinto desestimaría estas peticiones por absurdas y además, (como legisladores), por no revisar sus propios actos legislativos ni la jurisprudencia del TSJ sobre la materia”. El terror a perderlo todo impulsa esos actos de desesperación.

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