Crisis y redención

Es lamentable que en una nación petrolera los principales centros del conocimiento se apaguen ante la desidia de los responsables de dirigir las políticas educativas

A las puertas del receso por Semana Mayor, tiempo de reflexión y perdón, nos llenamos de paciencia y hacemos un nuevo al llamado al Ejecutivo nacional para que se cumpla a cabalidad con los compromisos presupuestarios asumidos con las universidades del país y evitar llegar al peor de los escenarios: el colapso y cierre técnico de las universidades.

Es un callejón sin salida al que inevitablemente conduce la retención injustificada de recursos y la agotadora fiscalización de cada paso administrativo, como si la intención no fuera otra que vulnerar la autonomía universitaria.

En la recta final del primer trimestre de 2016 es evidente que la lentitud en el ingreso de las asignaciones presupuestarias prácticamente está paralizando a las universidades, al no garantizarse la disponibilidad de recursos para pagos fundamentales como sueldos, compromisos contractuales, así como el reembolso de los gastos de funcionamiento y  de las providencias estudiantiles.

No se justifica la zozobra que mes a mes sufre la administración universitaria para honrar los salarios y servicios básicos. Las secuelas de la sequía presupuestaria son insostenibles y como resultado las facultades y núcleos están cerrando al no poder garantizar las condiciones mínimas de funcionamiento.

El Ejecutivo nacional debe frenar la incertidumbre y aclarar el panorama universitario en el corto plazo. El cierre técnico es una decisión forzada que despierta presiones e inconformidad, especialmente entre el estudiantado que espera culminar, sin más interrupciones, un año lectivo marcado por el conflicto.

No es justo que estudiantes y gremios tengan que pagar por decisiones administrativas  arbitrarias que obstaculizan la marcha de las casas de estudio. Lo lamentable es que la mayoría de los funcionarios del Gobierno nacional son egresados universitarios y resulta ingrato que los propios hijos maltraten a las instituciones que los formaron con conocimientos y experiencias.

Es lamentable que en una nación petrolera los principales centros del conocimiento se apaguen ante la desidia de los responsables de dirigir las políticas educativas.

No podemos permitir que épocas superadas, cuando LUZ estuvo clausurada por el yugo centralista, vuelvan a repetirse. Tenemos que defender, con el estandarte de la unidad gremial y el apoyo popular, el derecho histórico de los zulianos a la educación universitaria gratuita y de calidad.

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