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El estigma de las miserias, asola a Venezuela; la peor es la moral y se hace acompañar como sus consecuencias obligadas, de una pobreza colectiva y carencias de todo tipo. La corrupción, esa maligna conducta de nuestros políticos gobernantes, asociada simbióticamente con la impunidad y la incapacidad total de los mandamás de esta horda de dilapidadores, convirtió en cenizas lo que hasta su llegada auguraba la posibilidad de evolución y positividad, trayendo una “revolución” que como tal dio al traste con los sueños de quienes creyeron en ese fantasma que se inscribió en la historia negra de Venezuela, llamado Hugo Chávez.
El presente es la tortura del día a día, que va sumando odio, resentimientos en los que no participan de ese festín corrupto, pero que además toca a quienes cegados por el soborno social, idea de un estafador social, mal llamado “eterno comandante”, están aquejados por los mismos males que azotan al país.
Este ambiente de presión social que espontáneamente va carcomiendo la capacidad de conformidad de unos o la prudencia y esperanzas de otros, se acumula cada segundo que pasa y el régimen ilegítimo de Maduro lo sabe. Sus discursos intrascendentes, nada convincentes, ni atrayentes, suenan vacíos y a silbidos frente al cementerio. Pagamos el precio de su total incapacidad, falta de talento y por lo tanto de creatividad. Además, tácitamente y poco a poco, dejado al olvido por los titiriteros de La Habana, quienes saben que los petrodólares venezolanos están harto escasos y cual jineteras cubanas hoy disfrutan de una incipiente, pero provechosa luna de miel con los gringos.
Este desafío silente del ciudadano común, sufrirá su metamorfosis con o sin la MUD, con o sin la AN y Henry Ramos; ojalá sea con los anteriores, las desgracias sociales serán menores; pues la convicción plena de la mayoría de los diputados, coinciden en la urgente necesidad de desmantelar un régimen que en el hampa, sea de derecha o izquierda se sustenta, en un desespero incontrolable por mantenerse en el poder. Narcotráfico, asaltos, extorsión, homicidios, robos, etc., son una receta deliberadamente permitida para frenar la capacidad de protestar. Y todo se avala con un sistema de justicia esclavo del PSUV, Maduro y Diosdado, pero si emergen por generación espontánea, lloraremos lágrimas de sangre. Dios nos proteja.