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Ciertamente, que no existe ninguna proyección seria, que anuncie un avance para el año 2016 de la economía venezolana. Sobre todo porque las pocas medidas económicas, que hasta ahora se han tomado han tendido a profundizar el control de precios, el control de cambio y los impagos de deuda. Es decir, decisiones que fortalecen la raíz del problema. Así que la posibilidad de una mejoría en 2016 de la economía venezolana, penden que ocurra un milagro en el mercado petrolero.
Cuando ha habido una reducción de más de la mitad de los ingresos petroleros, el Gobierno no ha presentado ningún plan de ajustes, más allá de recortar las asignación de divisas al sector privado e impagar deudas comerciales con los proveedores internacionales, creando con esto más desabastecimiento. Además, pareciera no entender que el intento de sustituir la producción privada por pública, a través de expropiaciones e intervenciones ha sido un fracaso descomunal.
En medio de una crisis de divisas inédita y con una caída brutal de los ingresos, no se puede pretender mantener los subsidios en dólares, generando una demanda infinita y manifiesta incapacidad para atenderla. Por ejemplo: el Gobierno mantiene el subsidio regresivo a la gasolina (donde se desestima más de 12 mil millones de dólares), mientras restringe las divisas para garantizar materias prima, insumos, maquinarias y equipos, medicamentos e insumos médicos, entre otros.
Trazando un círculo perverso de desinversión y desabastecimiento que demuestra que no hay una estrategia organizada para garantizar el suministro de bienes y servicios. Y mientras eso pasa, el Gobierno no logra avanzar en liberar las trabas que impiden la producción petrolera privada, algo que le generaría el oxigeno indispensable para respirar en esta crisis. Y parece que desde el Ejecutivo nacional nadie está pensando en atender el desabastecimiento con políticas integrales de estímulo a la producción y a la oferta, sino viendo desde donde se pueden traer nuevas importaciones. Eso creemos.