Venezuela
Los dictadores, aunque aparenten bondad, son generadores de violencia. La lucha no violenta de sus adversarios los incomoda, los descontrola, los deja inermes. De allí, la virulenta insistencia de la propaganda política del totalitarismo inflacionario de Nicolás Maduro por hacerlos ver, ante la opinión pública, como terroristas. Por ello, la lucha de todos los venezolanos debería ser incansable y orientarse para optimar la democracia, el patriotismo y el sentido de pertenencia. Insistir en la práctica de las buenas costumbres y darle auténtico valor a la ciudadanía. Y todo, porque las miserias humanas, retardan las acciones más convenientes, por estancamiento, atraso, injusticia, estallidos sociales, conflictos, impunidad, complicidad, odio, exclusión, omisión, silencio y muerte, que a la postre, causarían daños irreversibles a la nación.
Si no fuimos eficaces y preventivos, si no rechazamos a tiempo el delito para evitar el desarrollo de abusos y excesos -hay que admitirlo- todos somos responsables. Quien echa la culpa a otros, para evadir responsabilidades, no es honrado. Pero, el hecho de admitir la culpa no nos puede llevar a cruzarnos de brazos, quien echa la culpa a terceros de sus errores, de su incapacidad, de su inoperancia, de sus fracasos, no es de fiar. Un jefe siempre ha de generar seguridad y confianza. En consecuencia, si el pasado no sostuvo con acierto la enseñanza de las buenas costumbres, el presente no puede ser promisor; pero el presente, como parte de nuestra responsabilidad, nos empuja a enmendar errores, a reorientar nuestras conductas y formas de ser.
La responsabilidad de salvar al país está sobre toda la población. Insistimos por conciencia y escarmiento propio que deberíamos luchar contra las incidencias y resultados negativos que demuelen las simientes morales de la nación. La respuesta, ciertamente es política. Por ello, Venezuela se salvará, cuando muchos de los actores políticos salgan del fango y vislumbren con claridad, que su patria, desde cada connacional, es un ser social multirracial que siente y piensa, que se resiste a vivir sin libertades democráticas. De tal manera, la peligrosa crisis política actual, nos impele hacia la búsqueda de soluciones y cambios que optimen al venezolano hacia la creación de una democracia, que no traiga el fétido olor del pasado, que nos saque de la fatídica crisis actual y nos devuelva el aroma de lo bueno, para crear futuros óptimos.