Estamos a 200 años de Angostura, del nacimiento de Colombia. El recuerdo de la unidad, que nace acunada por el ideal de la grandeza de nuestras naciones que impulsó el Libertador, nos obliga a evaluarnos en este momento tan difícil de la historia nacional
La reciente reunión de cancilleres de países europeos y latinoamericanos en Montevideo ocupó la atención de todos. Igualmente la previa de la Cancillería venezolana con enviados de la Unidad Europea, allí el canciller venezolano, les expuso directamente la situación.
Las conclusiones de Montevideo, incluida la no firma de México, de Bolivia y países del Caribe, muestran diversos matices, distintos al único que quieren imponer los grupos extremistas: guerra, invasión y muerte.
La respuesta del presidente Maduro ha sido firme y precisa: Respeto a la autodeterminación, a la soberanía nacional, Disposición plena para el diálogo abierto, frente al país, “sin condicionamientos”, donde cada uno exponga sus puntos de vista y sus propuestas. Así lo ratifica al señalar: “estoy listo para suscribir acuerdos”.
Montevideo abrió un camino como muchos esperábamos. En principio parecería algo nublada la ruta, como ocurre en los inicios de las conversaciones indispensables para atender situaciones complejas que surgen de las diferencias entre humanos. Lo principal es el interés manifiesto del Gobierno nacional de debatir, oír y ser oído, para llegar a puntos de encuentro, de construcción que sean asumidos por las mayorías nacionales. Esa debería ser la postura de la oposición sensata.
Dios quiera que juntándonos muchos venezolanos de bien, logremos exorcizar los odios, los deseos de venganza y destrucción. Solamente con espíritu amplio podremos ir trillando la urgencia del diálogo constructivo y necesario.
Es imperativo ahora y no después de la destrucción, caminar con respeto a lo que piensa el otro, mostrando con el resultado de nuestras obras lo que tenemos en la mente y en el corazón, conectando en la práctica lo que decimos.
Estamos a 200 años de Angostura, del nacimiento de Colombia. El recuerdo de la unidad, que nace acunada por el ideal de la grandeza de nuestras naciones que impulsó el Libertador, nos obliga a evaluarnos en este momento tan difícil de la historia nacional. Hacer avanzar el surgimiento de acuerdos para la convivencia. El más grande objetivo de todos debe ser parar la guerra, es la gran responsabilidad de este momento para hombres y mujeres de Venezuela.