Mantengamos el espíritu, la frente en alto, la conciencia de que hemos hecho todo lo necesario y de que vamos a lograr que nuestra Venezuela renazca. Saldremos de esto, recuperaremos el país, dejaremos viva para no repetir la historia que hemos vivido. ¡Adelante, Venezuela!
El pueblo está en la calle. Lo que hemos visto durante el último mes es impresionante. Cuando muchos justificábamos las ausencias en la represión y el miedo o en la grave situación país que nos sometía a todos a niveles de sobrevivencia, la misma gente nos dio una lección. La asistencia a cabildos, asambleas, concentraciones, marchas, ha sido tan masiva que hemos visto un renacer del optimismo y la esperanza. Sinceramente, mis respetos al pueblo venezolano. ¡Qué demostración de coraje, de amor por Venezuela! Nuestro país tiene todo el futuro promisor que podamos imaginar porque tiene ciudadanos que están dispuestos a luchar hasta alcanzar la libertad y, a partir de allí, iniciar un proceso de recuperación que es responsabilidad de todos.
Otra demostración que nos abruma, a quienes hemos seguido en nuestro país y a quienes han tenido que irse a buscar oportunidades más allá de nuestras latitudes, es el contundente apoyo de la comunidad internacional. Los gobiernos y los pueblos de la mayoría de los países del mundo, han decidido acompañar a Venezuela en nuestra lucha por la democracia y la libertad. Y no estamos hablando de una mera declaración de apoyo. Estamos hablando de un esfuerzo decidido, acompañado de acciones concretas y contundentes, para presionar a la nefasta dictadura que nos agobia, para que terminen de irse y dejen que este pueblo se oxigene.
La democracia es un bien universal. Cuando ella sucumbe en cualquier país del mundo, el problema no es solo de ese país, es un problema del mundo entero. Por eso, el decidido apoyo de América y Europa debe llenarnos de fortaleza y buenas expectativas. De todo ese apoyo, rescato lo que para nosotros es el triángulo de las bermudas de la dictadura a la que estamos sometidos: la alianza de Colombia, Brasil y los Estados Unidos. Sin duda allí está el eje de la presión internacional para el logro del cese de la usurpación madurista.
Con ese sostenido apoyo interno y externo, la Asamblea Nacional ha venido, junto al presidente encargado Juan Guaidó, tomando las decisiones adecuadas para lograr un desenlace que debe ser pacífico, pero que la decisión del dictador podría tornarlo en violento. El estatuto de la transición, la ayuda humanitaria, la preparación de elecciones libres con un nuevo CNE, la designación de representantes en países y organismos internacionales, las medidas para la defensa de nuestros activos alrededor del mundo, la designación de autoridades en PDVSA y Citgo, como acción necesaria para la preservación de nuestros intereses, son algunas de las tareas que hemos desarrollado y que servirán de base para lograr el cambio político tan anhelado por los venezolanos y por tanta gente alrededor del mundo.
Aunque el panorama es alentador, noto en algunas personas una justificable desesperación. Queremos salir de esto lo más pronto posible. Pero debemos tener claro que no nos estamos enfrentando a demócratas ni a gente sana. Nos enfrentamos a una dictadura infame, alimentada por el castro-comunismo, el narcotráfico, la delincuencia organizada, el extremismo mundial, la extorsión, el lucro ilegal, etc. Es indudable que los venezolanos no podemos solos derribar estas mafias. Por eso es tan importante el acompañamiento internacional. Y, en este momento, cuando vemos certeza en el logro de nuestro objetivo libertario, no podemos dejarnos llevar por la desesperación.
No podemos permitir que las prácticas de desmotivación que, sin duda, provienen del G2 cubano y de aliados de estos malhechores, afecten nuestra voluntad de cambio. Hemos esperado mucho y estamos en los albores de la libertad. Sigamos acompañando esta ruta de presión hasta que llegue el final político para este “proceso” que tanto daño, miseria, tragedia y fracasos, ha producido a nuestro país. Así que mantengamos el espíritu, la frente en alto, la conciencia de que hemos hecho todo lo necesario y de que vamos a lograr que nuestra Venezuela renazca. Saldremos de esto, recuperaremos el país, dejaremos viva para no repetir la historia que hemos vivido. ¡Adelante, Venezuela!