Agradecer y bendecir

Cuando estamos ante una realidad que nos desagrada, la invitación es a preguntarnos ¿qué me está mostrando esto?, ¿qué me falta por aprender?, ¿qué me falta por hacer? Y ser paciente, perseverante y humilde

“No acepto esto que me está pasando. No lo quiero en mi vida”. Cuántas veces aludimos a esta frase cuando nos encontramos en alguna encrucijada. Rechazar lo que consideramos inapropiado, doloroso, peligroso o injusto es la primera reacción que tenemos los seres humanos; sin embargo, hay una manera de observar las situaciones desde otra perspectiva y liberarse, de una vez por toda, de aquellos que nos afecta, una y otra vez.

Reflexionando en esta premisa, me llegó por causalidad un video de mi mentor Humberto Montes, quien no solo es máster coach, sino escritor y conferencista. En el material audiovisual Montes toca el tema de la prosperidad, pero desde una perspectiva aplicable a cualquier otra necesidad, carencia o situación.

Según él, y lo he constatado, cuando no nos está pasando lo que queremos que pase es porque estamos conectados con una manera negativa de ver las cosas. Es una especie de discurso interno que nos dice “esto no tiene remedio, la cosa está mal, jamás voy a salir de esto…”.

Pero cuando estamos ante una realidad que nos desagrada, la invitación es a preguntarnos ¿qué me está mostrando esto?, ¿qué me falta por aprender?, ¿qué me falta por hacer? Y ser paciente, perseverante y humilde.

Otra manera que Montes llama “la fórmula mágica”, para dar saltos trascendentales en la vida consiste en algo sencillo y complejo a la vez: bendecir y agradecer todo lo que nos pase, sobre todo aquello que no nos gusta.

Agradecer y bendecir todo lo que nos pasa, en especial aquello que consideramos inapropiado, doloroso, peligroso o injusto, nos acerca a la vida que queremos vivir.

Usualmente la vida nos enfrenta a aquello que rechazamos, entonces esa situación va a ser persistente, una y otra vez, hasta que dobleguemos el ego y digamos: “agradezco y bendigo esta situación, porque me ha enseñado algo que no sabía”. Cuando se aprende la prueba, esa realidad ya no se presentará más.

Poner resistencia, maldecir o quejarse es como decir “sabes que, necesito que esto me suceda otra vez porque aun no aprendo la lección”. Vale más someter el ego y aceptar lo que está pasando, ya que el aprendizaje eleva la consciencia.

¿Qué tal si no entiendo cuál es la lección que debo aprender? A fin de cuentas, comprender no es lo más importante. Energéticamente el cuerpo “sabe” de que se trata, más adelante llegará el entendimiento.

Una lección aprendida es como subirle un decibel al volumen de la consciencia. Es subir un escalón hacia lo que realmente queremos. Más adelante nos espera otra prueba, otra y otra, porque la sabiduría es infinita, pero al aprender a domesticar el impulso reactivo de quejarse aumenta la luz interior, nos da alegría, prosperidad y abundancia.

Pero como dice mi querido Humberto Montes: “No me crean esto que les estoy diciendo, los invito a que lo pongan en práctica”. Luego me cuenta. Hasta la próxima.

 

Visited 2 times, 1 visit(s) today