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La falta de agua potable en la ciudad de Maracaibo, aunada a la crisis económica, está llegando a su extremo más alto para algunas familias de la capital zuliana. Jesús Polina, de 43 años, se vio en la “obligación” de perder su intimidad para poder asearse e incluso debe tomar agua no potable. Su rutina diaria se mantiene intacta desde hace casi dos años: a diario arrastra desde el sector El Tránsito hasta La Limpia un coche viejo que le sirve para transportar a sus dos hijos y utensilios de cocina, hasta la fuente de agua del distribuidor Juan Pablo II, en la Circunvalación 1.
El hombre trabaja en el mercado Las Pulgas limpiando los bloques o puestos por la noche, a las 2.00 de la mañana. Por ese trabajo le pagan una cuota fija de dos mil bolívares diarios que, afirma, apenas le alcanzan para comer. “Nosotros comemos sopa todos los días, la hacemos con verduras, carne que me regalan en el centro y con esa agua porque no tenemos para más”. El agua verdosa de la fuente artificial de la estructura vial que conecta la avenida La Limpia con la Circunvalación 1, sirve de alimento para esta y dos familias más que a diario se sirven de ella.
Él, su esposa Yasmely Peña y sus hijos comen, lavan su ropa y se bañan con la misma agua. Antes de hablar con La Verdad, el hombre armó, en media plaza, un fogón y en una lata de aceite montó una sopa de restos de costilla. El menú lo repite toda su familia en la noche, ellos solo comen dos veces al día. “Nosotros siempre venimos para acá porque vivimos en una pieza al cuido y no tenemos para comprar agua, además aquí es más fácil”.
Sin futuro
Para Polina, su situación no resulta alarmante, le resulta un “alivio poder tener agua gratis”, aunque reconoce que quisiera estar mejor y darle “todo” a sus hijos Nelson Jesús y Nelson David, de dos y cuatro años, respectivamente. Los niños no van a la escuela. Pasan el día con sus padres pidiendo y deambulando por el centro de la ciudad.
La desesperanza ya no pasa por la pieza prestada en la que viven los Polina. “Nosotros hace mucho tiempo perdimos la esperanza, los pobres no tenemos a nadie, solo nos sostiene Dios”. Albañil, mecánico, cauchero, de todo ha hecho Jesús para mantener a sus hijos, pero asegura que ahora es más difícil. “No hay trabajo, uno tiene muchas veces que pedir porque no alcanza”.
Aunque asegura que él y su familia están bien -“casi no nos enfermamos”-, su apariencia grita lo contrario. Los niños andan en harapos y descalzos, él y su esposa tienen la piel curtida y manchada. La desnutrición, la deshidratación y la resignación son características evidentes del día a día de esta familia, estadísticas de familias en pobreza extrema en Venezuela.
Pobreza extrema
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística (INE), la pobreza en Venezuela tocó a dos millones 434 mil 35 familias, 33,1 por ciento de la población, según los datos más recientes. El número de familias en pobreza extrema se ubica en 9,3 por ciento de la población.
Enfermedades peligrosas
Entre las principales enfermedades transmitidas por este tipo de agua contaminada se encuentran diarrea, cólera, parasitosis, fiebre tifoidea y paratifoidea, hepatitis infecciosa, filariasis, paludismo y conjuntivitis. Anemia, dengue, hepatitis, heptospirosis, malnutrición, polio y escabiosis entran en la cuenta.