Al menos cuatro personas murieron en el incendio del complejo de viviendas en el barrio de Campanar, en Valencia, España, anunció el subdirector general de Emergencias de la Generalitat Valenciana, Jorge Suárez.
Los bomberos trabajaron durante toda la mañana para enfriar el edificio y ya han podido acceder al interior, pero solo hasta el tercer piso por las altas temperaturas.
Las autoridades temen por la vida de entre 9 y 15 personas que siguen sin ser localizadas por sus familias, según ha dicho la alcaldesa de la ciudad, María José Catalá, que ha añadido que el número de personas desaparecidas está siendo revisado.
Los servicios de emergencia han atendido a 15 personas -entre ellas 7 bomberos-. Nueve de ellas -cinco son bomberos- han sido ingresadas, aunque sus vidas no corren peligro. En apenas media hora, las llamas se extendieron a todo el inmueble, construido a principios de los 2000 y con 138 viviendas.
Las llamas recorrieron toda la fachada y provocaron que algunas partes del edificio hayan salido despedidas a varios metros.
Todas las personas afectadas por el incendio que han solicitado alojamiento ya están reubicadas en hoteles de la ciudad mientras se suceden las muestras de solidaridad por parte de los vecinos de la zona.
Solicitan ayuda
“No damos abasto. La gente se está volcando. Nos están trayendo de todo”, comenta una de las jóvenes falleras de la comisión Maestro Rodrigo, con sede en la Alquería de Rico, que atiende a la gente que no para de llegar con carritos de la compra, maletas o bolsas de compra.
“Qué necesitan, que voy a comprar que en mi casa no tengo de nada”, pregunta Maricarmen, una mujer mayor que vive en frente del edificio siniestrado. “Lo de ayer fue un infierno. No puedo ni hablar aún”, se lamenta.
Las chicas la animan y le piden sobre todo ropa interior de todas las tallas y productos de aseo e higiene íntima. También pañales y zapatillas y comida de perros, pero no se necesita comida en general, ni agua ni medicamentos. Las cajas se apilan en varias filas a la espera de que una furgoneta las recoja.
Muestran una gran vitalidad y también discreción. Conocen a cinco falleros que vivían en el edificio quemado.
“Están todos bien, pero no quieren hablar. Y nosotros los respetamos”, dice un chico, a las puertas del casal de la falla Maestro Rodrigo-General Avilés. Rehúsan dar los nombres de sus amigos mientras sonríen y se muestran incómodos cuando se les pregunta si hay muchos bebés y niños entre los desalojados. Cerca de 40 están alojados de momento en un hotel de Valencia. Otros repartidos entre casa de familiares y amigos.
Fuente: El País
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