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La tolerancia ha sido siempre consejera de honor de nuestra centenaria Universidad del Zulia. El estandarte formador de la alma máter lleva grabados valores de pluralidad, el debate de ideas, el diálogo positivo y tangible. Ese gen de disenso efectivo jamás debe transitar de espaldas al respeto. La nuestra es una casa de ciencia y orden. En su seno no hay lugar para el chantaje ni la manipulación.
Sus autoridades hemos sido garantes del diálogo, pero el mismo carácter fundacional de LUZ nos prohíbe permitir desconcierto dentro y fuera de los límites del campus, y mucho menos entre nuestro capital humano. Como rector de nuestra casa de estudios desde 2008, lamento que en estas semanas vivamos una seguidilla de enfrentamientos dentro de nuestra comunidad, expresadas mediante el desconocimiento del director de una de nuestras dependencias centrales. Es un paso equivocado, errante.
Quienes desde los gremios decidieron peregrinar por esas vías extraviadas deben advertir, a la luz de las leyes venezolanas, la legitimidad que revisten las decisiones y el fuero de quienes administramos a LUZ por mandato electoral y constitucional. Hay jerarquías y nos debemos respeto. Deben reflexionar sobre la falta cometida, cuando unos pocos pretenden abrogarse funciones que no les competen ni les han sido encomendadas. Tienen ellos que comprender, a su vez, que encaran sanciones justas por su desafortunado proceder.
Hay una interpretación desafortunada de los gremios. Ante esa realidad nos queda prohibido hipotecar el carácter institucional de nuestra academia. No podemos permitir que acciones desacertadas pongan en entredicho la gobernabilidad, sirviendo de abono a las campañas inicuas de descrédito en contra de los universitarios. Es hora de la unión. Es momento de calmar los mares con justicia y sapiencia.
Esa vocación de debate cortés, donde cada quien es consciente del rol de los interlocutores, ha sido insignia de quienes hemos liderado LUZ durante sus 125 años. Entre ellos cuento con aprecio a Leonardo Atencio Finol, exrector de esta ilustre universidad, cuya partida física lloramos este fin de semana. Fue un hombre con el que tuve más acuerdos que diferencias al coincidir como autoridades universitarias. Cuando encaramos diferencias, siempre prevalecía el respeto. Es el deber ser en una LUZ históricamente alérgica a la anarquía.