Se debe homologar el valor de la unidad tributaria con respecto al incremento de la tasa de inflación, eliminar todos los fondos extrapresupuestarios para que todas las divisas que ingresen al país vía exportaciones o inversión extranjera sean entregadas al Banco Central de Venezuela
Cualquier política económica que se aplique en Venezuela desde el gobierno debe tener como objetivos primordiales lograr a mediano y largo plazo, dejar de ser asistencialista como ha sido en los últimos 40 años, para convertirse en promotora del crecimiento económico a través de un mayor impulso de la inversión pública real, y así coadyuvar a resolver los problema de heterogeneidad estructural que tiene nuestra economía, reducir el tamaño del estado y con ello el déficit fiscal a su mínima expresión, instrumentar un proceso de dolarización formal bilateral con EEUU, que genere mayor confianza y certidumbre para la inversión nacional y extranjera, manejar una política económica de carácter contracíclico con respecto al ciclo global de la economía e integrar la misma con las políticas económicas sectoriales para lograr condiciones de estabilidad macroeconómicas tan necesarias para el posterior crecimiento del aparato productivo nacional.
Ahora bien en el corto plazo resulta impretermitible tomar un conjunto de medidas de manera fáctica que nos permitan emerger desde el abismo en el que nos encontramos, mediante el abatimiento progresivo de la inflación aunque acompañada con una contracción económica aun mayor a la actual, pero que la misma en las primeras de cambio resulta inevitable; la eliminación de todos los acuerdos suscritos con venta de petróleo a precios subsidiados a otros países en perjuicio del interés nacional como ¡Petrocaribe! La revisión y cuantificación de la deuda contraída por estos países con nuestra nación, y la elaboración de un plan a corto plazo para honrar el pago de la misma.
Sumado a ello la unificación del tipo cambio a través de un sistema de bandas cambiarias con una tasa de cambio que fluctué entre el tipo de cambio implícito y el tipo de cambio real, el cual está en función de la oferta y demanda de divisas liquidas desde el Banco Central de Venezuela. Eliminar de manera progresiva el subsidio del precio de la gasolina y de los servicios públicos; pero todo debe ir acompañado con un proceso acelerado de privatización de todas las empresas del estado que hoy generan enormes pérdidas y que son financiadas a través del gasto fiscal, estas medidas sin duda alguna nos permitirán reducir en grados superlativos el tamaño del estado y el déficit público.
En ese mismo orden de ideas se debe homologar el valor de la unidad tributaria con respecto al incremento de la tasa de inflación, eliminar todos los fondos extrapresupuestarios para que todas las divisas que ingresen al país vía exportaciones o inversión extranjera sean entregadas al Banco Central de Venezuela. La estructura del gasto fiscal debe ser equilibrada tendiente a disminuir el gasto corriente y aumentar el gasto en inversión y amortizaciones a deuda pública interna; detener de manera inmediata la emisión de dinero fiduciario, aumentar de manera progresiva las tasas de interés y el encaje legal, que permitan de manera progresiva recuperar el ahorro privado y con ello la inversión; acompañado con instrumentos de operaciones de mercado abierto que permitan recoger un poco la liquidez existente.