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Según el evangelio la amistad solo se produce cuando el encuentro lleva a implicar a una persona con otra a través de la entrega de ambas almas, similar a la relación entre el hombre y Dios, que supera la ley y que se fundamenta en un amor confiado.
Amigo es una palabra vacía, que únicamente cobra sentido cuando esta se llena de contenido apropiado; es indispensable diferenciar y separar amistad de proxenetismo, partiendo de esta verdad pudiéramos empezar a construir una verdadera amistad que logre fusionar a dos almas en una sola, sin embargo, para alcanzar ese nivel tendrán que suceder muchas cosas y en ese transitar descubrir si efectivamente la amistad es real.
La amistad como el matrimonio o la familia es una institución, cuyas características son similares: respeto, reconocimiento, tolerancia, paciencia, entre otras virtudes tienen que ser valores que se sobrepongan a los mezquinos intereses del poder y el dinero, vemos con frecuencia como situaciones impregnadas de intereses personales destruyen amistades y familias.
El huracán que produce las diferencias es capaz de arrasar hasta una amistad de roble, pero jamás una de bambú, porque este árbol es capaz de moverse con flexibilidad y tolerancia para no ser arrasado por los fuertes vientos de nuestras propias miserias humanas.
El conformismo es una cosa de viejos que a menudo se ven en los jóvenes, en muchos casos hay gente que prefiere sacrificar su rebeldía, por ser acomodaticio y evitar que el amigo se moleste, nada más injusto y contrario al espíritu de amistad que sacrificar el ímpetu y creatividad de la libertad humana que cada uno de nosotros posee, aquellos que frecuentemente incurren en este error recurren al “chantaje” para imponer su criterio sobre el otro.
Es el tiempo quien se encargará de decirnos cuántos amigos tenemos, para ello será necesario esperar el ocaso de la vida que será el momento preciso para hacer el inventario y determinar el resultado, algunos se sorprenderán de que creyendo que los tenían nunca los tuvieron y otros que pensaron que no los tenían, tendrán una larga lista.
Nos dice Jorge Luis Borges, que la amistad no necesita que los amigos se vean seguido, mientras que el amor requiere milagros, pruebas y confirmaciones permanentes, de acuerdo con Borges; un amigo no necesita la presencia permanente del otro, pero sí la internalización de su verdadero significado, que a mi modo de ver se resume en: “respeto, confianza, afecto y la tolerancia”, por cierto muy distante del errado concepto de amistad reducido a “confidente o cómplice” que al final termina anulando y alejando a ambas personas.