El lanzador venezolano Aníbal Sánchez no acapara la atención de las grandes figuras ni tampoco tiene los mismos contratos multimillonarios, pero se ha convertido en el símbolo de la superación que hizo posible no solo recuperar su condición de abridor ganador, sino recibir el honor de abrir el Juego 3 de la Serie Mundial con los Nacionales de Washington
El lanzador venezolano Aníbal Sánchez no acapara la atención de las grandes figuras ni tampoco tiene los mismos contratos multimillonarios, pero se ha convertido en el símbolo de la superación que hizo posible no solo recuperar su condición de abridor ganador, sino recibir el honor de abrir el Juego 3 de la Serie Mundial con los Nacionales de Washington.
Sánchez, de 35 años, natural de Maracaibo, no tiene interés por ser el centro de atención, le basta con hacer bien las cosas en el montículo, y ser feliz consigo mismo, de ahí que tampoco tiene problemas con no haber lanzado todavía en la Serie Mundial y mucho menos que el presidente Donald Trump pueda estar presente en alguno de los partidos.
“Es el presidente de este país. Si quiere venir al juego lo puede hacer. Por supuesto, todos deben respetar esa situación”, comentó Sánchez. “No voy a decir nada en su contra. Soy de Venezuela y tengo respeto por este país y por lo tanto si el presidente quiere presentar un partido lo puede hacer pefectamente”.
Lo que le interesa a Sánchez en lo que ha logrado hasta ahora en los playoffs que ha sido es acumular una marca ganadora de 1-0 con 0.71 de efectividad y llevar un juego sin hit hasta la octava entrada en su reciente aparición.
Sánchez será el abridor de Washington en el tercer juego de este viernes por la noche contra el derecho de los Astros, Zack Greinke, quien intentará evitar que los Astros caigan en desventaja de 0-3, un déficit que nunca se ha remontado en un Clásico de Otoño.
“Todos hablan de nuestros Tres Grandes”, de Max Scherzer, Stephen Strasburg y el abridor del cuarto juego Patrick Corbin, destacó el piloto puertorriqueño Dave Martínez, de los Nacionales. “Pero Aníbal (Sánchez) ha lanzado increíble. Nos da la oportunidad de ganar el juego en cada una de sus aperturas”.
Greinke, quien cumplió 36 años el lunes, ha tenido problemas esta postemporada con marca de 0-2 y 6.43 de carreras limpias en tres apariciones. A lo largo de su trayectoria en Grandes Ligas, tiene marca de 3-6 con 4.44 de efectividad en 14 apariciones de playoffs, ninguna de ellas en Serie Mundial.
La última vez que Sánchez lanzó, brilló al máximo de sus capacidades al admitir un imparable -al vigésimo séptimo y último bateador que enfrentó- y otorgó una base por bolas para ayudar a Washington a derrotar 2-0 a los Cardenales de San Luis en el primer juego de la Serie de Campeonato de la Liga Nacional.
Eso fue el pasado 11 de octubre, lo que significa que Sánchez tendrá 13 días de “descanso” entre aperturas, muchos más de los cuatro o cinco que recibe generalmente.
Pero los descansos prolongados aparentemente no han sido un problema para Sánchez en el pasado.
Su duelo con Greinke, quien terminó con marca de 8-1 en 10 aperturas de campaña regular con Houston desde que llegó procedente de los Diamondbacks de Arizona en un traspaso el 31 de julio, se presenta después de que los Nacionales castigaron a dos abridores de mayor renombre de los Astros en esta Serie Mundial.
Scherzer ganó el primer juego ante Gerrit Cole –en un juego en que Corbin, usualmente abridor, retomó labores de relevista por Washington– y Strasburg se impuso en el segundo encuentro a Justin Verlander.
Pero el gran reto que va a tener Sánchez en el montículo de Nationals Park de Washington es mucho menor que cuando hace poco más de un año y medio, estaba en peligro de ver terminar su carrera como lanzador.
Los Nacionales estaban contentos con la aportación de Sánchez, pero tampoco se confiaban del todo, en parte, porque durante la temporada tuvo marca de 11-8 y efectividad de 3.85 en 30 aperturas.
Sin embargo, la marca desde el pasado 29 de mayo, cuando regreso de un tirón muscular en la corva izquierda, ha sido de 11-2 con 3.42 de efectividad.
Se trata también de un lanzador muy diferente al de hace dos años, cuando el veterano venía de tener promedio de carreras limpias de 6.09, EFE+ de 71 y WHIP de 1.515 entre el 2016 y el 2017, sus últimas dos temporadas con los Tigres de Detroit. Luego, tras permitir seis carreras en 5.0 entradas en la pretemporada del 2018 con los Mellizos de Minnesota, el derecho fue dejado en libertad.
Sánchez no se dio por vencido. Con otra oportunidad en los Bravos de Atlanta, el serpentinero empezó a exhibir un repertorio más amplio que en años anteriores, lo cual incluía una recta cortada, una recta de cuatro costuras, otra de dos costuras, un slider, una curva, un cambio de velocidad y hasta la lentísima “mariposa”.
El resultado fue efectividad de 2.83 con Atlanta la campaña pasada y un contrato de dos años, 19 millones con los Nacionales a partir de la presente, pero sobre todo le ha permitido ser un ejemplo de superación y símbolo de la excelencia de pitcheo latinoamericano que hay en las Grandes Ligas.