
En Ureña, la situación es tensa. La palabra indignación está de boca en boca.
Miguel Añez, de 42 años, guía a los periodistas para tener la mejor visión de la situación.
Tres calles que llevan a la Plaza Bolívar están cerradas, pero los manifestantes a penas ceden un cuarto de cuadra al tiempo que lanzan una carga de gas lacrimógenos, el cual parece no afectarlos en nada.
Yakelín Pacheco y su novio José, como se identificó, describió lo que pasó con los camiones de ayuda humanitaria como "una cochinada".
Los jóvenes y los adultos están "resteados".
Los ánimos no parecen calmarse en el pueblo que une Colombia con Venezuela y que hoy captó la atención del mundo.
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