Antes
El mundo comprobó el carácter del régimen venezolano, a la opinión pública Internacional no le quedarán dudas. Un Gobierno que miente a su propio pueblo y a la comunidad internacional con descaro no puede ser respetado por nadie.
Antes del 1 de septiembre, Maduro declaró que Estados Unidos preparaba un golpe de Estado. Se militarizaba la capital y las fronteras porque se tenían pruebas -nunca presentadas- que terroristas apoyarían a los manifestantes.
Se arremetió contra el exalcalde Daniel Ceballos, se provocó con un encapuchado a Mitzi Capriles de Ledezma en el aeropuerto, se secuestró a Yon Goicoechea líder estudiantil, prohibieron el uso de drones para impedir la filmación de la manifestación, confiscaron equipos de televisión a periodistas internacionales y se prohibió la entrada de algunos de ellos. Inventaron operativos de mantenimiento en las entradas de Caracas, para impedir el acceso de los manifestantes. Se obligó a las líneas aéreas a restringir sus vuelos a Caracas y en los terminales de transportes del país impidieron viajes hacia la capital. Despidieron empleados públicos y a otros se les amenazó obligándolos a ir a la concentración convocada por el Gobierno.
En varios cuarteles fueron vigilados y detenidos soldados y oficiales sospechosos de apoyo a los manifestantes. Pagaron aumentos del Seguro Social a la carrera. Ante la coincidencia con la destitución de Dilma Rousseff se suspendieron las relaciones con Brasil y Evo Morales acusó al Secretario General de la OEA, Almagro, de recibir órdenes del imperio y apoyar el golpe de Estado.
¿Puede quedarle duda al sistema internacional de que Venezuela está en manos de una tiranía? Aun más, ¿se pueden tener relaciones con un régimen que es capaz de mentir, engañar, calumniar, exhibir crueldad y cinismo, montar una comedia y actuar de esta manera?. Pero la consecuencia para Maduro la dice Aristóteles: “El castigo del embustero es no ser creído, aunque diga la verdad”. El Gobierno tiene miedo y aunque Maduro anuncie cosas, su credibilidad está en el suelo.
Después de la manifestación todos los augurios quedaron desmentidos. Más de dos millones de venezolanos le gritaron al mundo ayúdenos a salir de esta desgracia. Cual Nerón descubierto en su mentira, Maduro anuncia que acabará con la inmunidad de los diputados. Y para demostrar su indignación por el evidente renacimiento de Acción Democrática injurió a Ramos Allup con una insolencia propia de malandros.