Ese
Las resultas del 6-D 2015, se materializaron el 05-01-2016; una nueva Asamblea irrumpe en la Historia nacional, aportando un elemento sicológico fundamental, concretado en la nueva tribuna que no será sumisa ante el régimen comunistoide tropicalizado, dirigido a distancia desde Cuba, y ligado a los regímenes más abyectos del planeta. Esa fuerza representativa tiene el deber de ejercer sus funciones constitucionales con la certeza de saber que es la fuente legítima de representación del pueblo venezolano, pues este depositó en la Asamblea, por mandato constitucional, la esencia del poder soberano y por ende la auténtica representación del Poder Popular. Que no quede duda de que esa gran mayoría tiene que enfrentar con vigor y constitucionalidad, los desmanes del régimen y ejercer el control efectivo del poder Ejecutivo y el Judicial.
Asistimos a una faena de lucha y nos aferramos a la esperanza de que la Asamblea Nacional será el factor permanente de unificación, que por cierto ya comenzó. El lenguaje seguro, cortante, determinado y diáfano del presidente del Legislativo, Henry Ramos Allup, no deja dudas. Quienes le conocemos, sabemos de su condición y trayectoria política impoluta, de su veteranía parlamentaria, su inquebrantable vocación democrática y su abundante testosterona, demostrada en los momentos más difíciles.
Ese acto de instalación, es la continuación de la eterna lucha del bien contra el mal. En nuestro caso, con la sinceridad de Ramos Allup, es la lucha frontal y determinante contra ese fascismo comunistón, en el cual el problema a plantear, no es ya ideológico, es de subsistencia en el poder, de la permanencia de la corrupción, carencias e impunidad.
El régimen ha manejado la Asamblea Nacional como una comisaría stalinista, lesionando física y moralmente a los opositores, cometiendo desmanes y actuando a última hora como una verdadera organización mafiosa, en designaciones del Tribunal Supremo de Justicia y otras decisiones inconstitucionales. Diosdado, hoy defenestrado, como un auténtico militarote tropero, es un desconocedor de lo que es el Parlamento y así actuó. Desde la calle y en el recinto Legislativo, fueron protagonistas de bravuconadas ineficaces y así seguirán. Fin de una etapa.