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Repito con frecuencia que “el Gobierno es muy malo para hacer cosas buenas” (el ejemplo es el colapso económico, social político y ético actual debido a la incapacidad para gobernar), pero “muy bueno para hacer cosas malas”(violar los derechos humanos; cometer trampas electorales; mentir descaradamente; insultar a los opositores defendiendo al mismo tiempo a la inquisitorial Asamblea Constituyente y tantas otras perversidades). Pero la prueba de que ya estamos en la etapa terminal del madurismo, es que hoy demuestra que el Gobierno es “malo hasta para hacer las cosas malas”.
El Gobierno hizo el ridículo cuando se fugaron los alcaldes amenazados; los jueces perseguidos; la fiscal y su marido. Pero en el caso de Ledezma, están nerviosos, porque saben que el camino emprendido hacia la libertad abre un camino de esperanza para los venezolanos. Ya en el pasado los gobernantes de la dictadura del siglo XXI, temieron la fuerza de este dirigente al arrebatarle la sede física de la Alcaldía; eliminarle las competencias como alcalde; suprimir drásticamente el presupuesto; designar a dedo al jefe de Gobierno de Caracas (hoy regido por el general Benavides, incluido en las listas internacionales como violador de derechos humanos). Su reelección en la Caracas Metropolitana, fue un golpe muy duro de asimilar, por lo que sometieron a detención arbitraria al líder de la capital, privándolo de libertad por mil días.
La comunidad internacional reacciono con indignación, como lo evidencian las múltiples resoluciones de los alcaldes del mundo, de los Parlamentos; Gobiernos e instituciones internacionales. El primer llamado de Ledezma desde el exilio fue la de apoyar a la diáspora venezolana, ofreciéndole a los más de tres millones de venezolanos convertirse en la “voz de los que no tienen voz”. Si logra su propuesta de incorporar a la acción eficiente a ese ejército de compatriotas defensores de la Venezuela digna, dejará de lado cierta negligencia de la dirigencia opositora que en el pasado no supo aprovechar al máximo ese enorme potencial de nuestros héroes anónimos que están fuera de la patria por el acoso y exclusión de un Gobierno que no es el de todos los venezolanos.
Para representar a la diáspora inicia muy bien sus pasos dentro y fuera de Venezuela. Dentro, el llamado hecho por destacados dirigentes al constituir “Soy Venezuela” encabezada por María Corina Machado, reconocida y admirada internacionalmente quien recibió la bandera de Ledezma; y acompañada por dirigentes de credibilidad internacional como Helen Fernández que asumió a nivel internacional la bandera de la Caracas Metropolitana; la juez Blanca Rosa Mármol, Magistrada reconocida internacionalmente; el historiador Germán Carrera Damas, exembajador en México y en Colombia; Oswaldo Álvarez Paz, líder socialcristiano internacional, y tantos otros voceros de credibilidad mundial.
Y fuera del país inicia muy bien su primera rueda de prensa en Madrid, al hacerse acompañar por Diego Arria, vocero internacional por excelencia reconocido por su credibilidad mundial; Tamara Suju, exiliada en Praga y gran defensora de derechos humanos; el embajador Fernando Gerbasi, quien fue vicecanciller y por supuesto Mitzy Capriles, convertida en peregrina en defensa de Antonio Ledezma durante sus tres años de prisión. Todos los demócratas de Venezuela deben apoyar su nuevo papel que es el de la patria libre.