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La vida de la venezolana Génesis Uliannis Gibson Jaimes, de 24 años, terminó en la habitación de un hotel de Ciudad de México. Salió de la casa donde vivía en el conjunto residencial El Refugio de Querétaro para encontrarse con un hombre y nunca más regreso, así lo reseñó el diario El Universal en su portal de noticias.
Una fuente oficial ligada a la investigación comentó que la joven llegó al hotel Platino en compañía de Omar, su pareja, entraron a la recamara 107 y cerraron la puerta de madera detrás de sí. El sol de aquella mañana aún no había salido cuando la camarera halló el cadáver de la infortunada tendido sobre la cama.
Desde una esquina la mujer observó el cuerpo sin vida de la víctima semicubierto con sábanas; estaba maniatado, amordazado, tenía golpes en el rostro, el vientre y las piernas. Soltó las almohadas que sostenía entre sus manos mientras gritaba.
Las autoridades policiales presumen que el sospechoso estranguló a la infortunada con un lazo de seda azul, luego agarró un arma punzo penetrante y la apuñaló en el abdomen en reiteradas oportunidades.
Al principio los sabuesos dudaban, no sabían si se trataba de la misma joven. La incertidumbre quedó despejada durante la necropsia, los patólogos descubrieron que el cadáver tenía dos tatuajes; en la mano izquierda se visualizaba el nombre de “Nicolle”, en la oreja tenía escrito “Ariannis”, coincidían con las características físicas aportadas por la madre de la occisa.
Se conoció que la muchacha residía en Querétaro desde hace tres años, trabajaba como dama de compañía para ganarse la vida. A las afueras de la morgue forense su madre no paraba de llorar y lamentarse, entre lágrimas comentó que no pudo hablar con ella la noche anterior, nunca le contestó el teléfono celular, lo último que supo era que iba a cenar con un cliente.