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La tristeza y el dolor transfiguraban el rostro de Dairy Daza cada vez que recordaba el cadáver de Maikel Álvarez Bracho, de 30 años, su esposo, bañado en sangre con los ojos abiertos. Los familiares de la víctima aseguraron que nunca tuvo problemas con nadie, era colaborador y muy reservado.
El pasado viernes a las 11.00 de la noche, una ráfaga de disparos alertó a la comunidad del barrio El Progreso, parroquia Cristo de Aranza del municipio Maracaibo; mujeres, hombres y niños salieron de sus casas para saber qué había sucedido. La sorpresa no pudo ser mayor, el cuerpo sin vida del carnicero yacía tendido sobre el pavimento.
Un allegado a la familia, cuyo nombre no quiso revelar, detalló que el muchacho salió de su vivienda ubicada en el callejón Pinto Salina del sector Los Haticos. Cuando atravesó el umbral de la puerta solo alcanzó a decir que iba a buscar un DVD en la casa de un amigo.
Al escuchar la declaración, la pareja del fallecido se levantó de uno de los muros rojos que rodea la morgue forense, subió la cabeza y secó el sudor que le corría por la frente con sus manos. Luego comentó que el infortunado caminó una cuadra hasta llegar a la calle 112, en el preciso momento en el que se disponía a cruzar dos presuntos delincuentes lo interceptaron.
El carnicero observó la moto roja y blanca parada junto a él, “no tuvo tiempo a nada”, uno de los sicarios descendió, lo apuntó con un arma de fuego y sin mediar palabras le disparó en reiteradas oportunidades. Tres balas impactaron en su región axilar derecha, apuntó un detective del Eje de Homicidios de la Policía científica.
Una vez perpetrado el crimen, los antisociales huyeron sin dejar rastro. El cuerpo de la víctima cayó al suelo, la sangre que brotaba de los orificios provocados por los proyectiles se deslizó por su camisa y manchó parte de la acera.
Hallazgo
Un grito ahogado despertó la curiosidad de Dairy, soltó los naipes que tenía en las manos sobre la mesa, se dirigió a la puerta de madera y la abrió. A lo lejos observó a una muchedumbre que se aglomeraba en la esquina, se aproximó hacía ella, “su corazón comenzó a latir con fuerza” cuando descubrió que Maikel había muerto.
De inmediato los vecinos de la zona levantaron el cuerpo sin vida del joven, mientras unos lo agarraban por los pies, otros lo hacían por las manos. La comunidad iba en procesión detrás del cadáver.
Al llegar a la avenida detuvieron un carro por puesto de la línea Los Robles, colocaron al infortunado en el asiento trasero. En la emergencia del Hospital General del Sur los médicos de guardia certificaron su deceso.