Pedro Urruchurtu, Omar González, Humberto Villalobos, Claudia Macero y Magalli Meda, asilados desde marzo de 2024 en la residencia de la Embajada de Argentina en Caracas, están rodeados de policías y aislados; sus familiares no pueden visitarlos ni comunicarse con ellos más allá de alguna llamada o un mensaje de texto. Ellos son el objeto de las represalias a la espera de un salvoconducto que los lleve a un país donde puedan vivir sin represión política.
La falta de luz no es solo un inconveniente; representa una lucha diaria. Sin electricidad, se apagan no solo las luces de la casa, sino también otros servicios básicos.
Las noches se alargan en un silencio abrumador, donde hasta los ecos de los pensamientos creativos se ausentan, para dar paso a los peores augurios; temen ser olvidados por los cuerpos diplomáticos que podrían conseguirles un salvoconducto.
El silencio de los diplomáticos de otros países complicó aún más las posibilidades de recibir apoyo. “Cada día, se siente el peso de la ausencia, no solo de amigos y familiares, sino también de una comunidad internacional”, expresa el periodista Omar González Moreno, de 70 años de edad, miembro de la dirección nacional de Vente Venezuela y coordinador general de la tolda en Anzoátegui.
Considera que los funcionarios de otros países parecieran preferir mirar hacia otro lado, “para no incomodar al tirano”.
Hasta ahora, el Comité de Derechos Humanos de Vente Venezuela cifra en 97 el número de integrantes de esa organización política “secuestradas” por organismos de seguridad del gobierno de Nicolás Maduro (de las cuales 79 continúan encarcelados y 18 han sido excarcelados).
En general, se cifra en 200 los militantes de partidos políticos todavía en celdas, mientras que otros 79 salieron con medidas sustitutivas. De toda esa cuenta, cinco forman parte del círculo más cercano a María Corina Machado, que, si bien no están en las prisiones de Maduro, viven en carne propia la saña gubernamental contra la líder opositora.
Embajada cercada
La sede diplomática está cercada con funcionarios de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim). Nadie tiene acceso a allí. Argentina es uno de los siete países que desconoció el resultado de las elecciones en Venezuela, junto con Chile, Uruguay, Costa Rica, Perú, Panamá y República Dominicana.
“Quienes aquí nos encontramos enfrentamos un reto que va más allá de las dificultades cotidianas de cualquier venezolano”, manifiesta González Moreno, quien provisionalmente, cumple funciones de coordinación nacional de Vente Venezuela, “hasta que salga en libertad Henry Alviárez, quien permanece secuestrado en El Helicoide”.
Fue gobernador del estado Bolívar y escritor con una decena de libros editados. Obtuvo el Premio Nacional del Periodismo. Fue fundador de seis periódicos y varias emisoras de radios y televisoras regionales. Es atleta profesional y representó a Venezuela desde niño en competencias internacionales.
“Ahora estoy aquí preso en una Embajada por levantar la voz contra una tiranía que ha destruido mi país”, señala Omar González.
“Estamos sin electricidad desde el 23 de noviembre, vimos que hubo despliegue para eso y no ningún aviso. Vino un vehículo de Corpoelec y sencillamente se llevaron los fusibles. Una empresa estatal se presta para asediar y quitarle servicios a una Embajada. Creo que es la mayor evidencia de la violación de la Convención de Viena”, señaló Urruchurtu.
La Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas establece los derechos y privilegios de los diplomáticos y las misiones diplomáticas. También las obligaciones de los Estados receptores. Entre ellos, la inmunidad de jurisdicción civil y penal, no pueden ser arrestados y los locales de la misión diplomática son inviolables.
Claudia Macero, Pedro Urruchurtu y Magalli Meda están junto a González en la residencia diplomática argentina.
Un cambio de vida
Para González, su día comienza a las 3.00 de la mañana. Horas antes de que salga el amanecer caraqueño y se escuchen los primeros sonidos de las aves en la ciudad. Desde esa hora le toca vigilar la sede diplomática. Medida que tomaron luego del primer intento de asalto a la Embajada en noviembre. La jornada termina a las 10.00 de la noche cuando se acuesta a dormir.
Durante la mañana redacta columnas diarias de opinión (Mar de Fondo y Voces de Libertad) que distribuye en medios de comunicación. Además, dedica parte de ese tiempo al libro que escribe sobre esa experiencia.
“Esta situación se convierte en una prueba de resistencia y esperanza para quienes logramos escapar de los verdugos de Maduro que intentaron secuestrarnos por ser parte del equipo de campaña de María Corina Machado y Edmundo González Urrutia”, dice González.
“Mientras la oscuridad continúa envolviéndonos, el deseo de volver a ver la luz -literal y figurativamente- en nuestras vidas es más fuerte que nunca. A través de la esperanza y la solidaridad, los asilados en la Embajada luchamos por un mañana más brillante, donde la oscuridad sea solo un recuerdo lejano. Estamos convencidos que esto terminará pronto”.
Dice que extraña estar rodeado de su esposa, hijos y nietos, así como de practicar los deportes que hace desde niño. Tenía el récord de haber cruzado a nado los ríos Orinoco y Caroní en 18 oportunidades. Este año no pudo hacerlo.
“Añoro nadar de nuevo en el mar de Lechería, extraño a mis amigos y mi rutina”, dice con la esperanza de volver a la libertad.
Fuente: Tal Cual
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