La
No la hay peor. El Gobierno hace esfuerzos para demostramos que aún puede enfrentar la crisis económica y aliviar la escasez generalizada especialmente de aquellos productos donde más se manifiesta. La inflación no se detiene y lo alarmante de sus cifras las guarda el Banco Central de Venezuela como si se tratara de un secreto de Estado, pero que el pueblo siente en las calles y en los comercios donde acude para abastecerse.
En esa búsqueda del Gobierno por conseguir superar una realidad que no puede esconder y menos eludir, consideró estratégicamente oportuno cerrar el paso fronterizo hacia Colombia por el Táchira, bajo el argumento de que el paramilitarismo de ese país y los contrabandistas de productos venezolanos son un obstáculo para el objetivo que tiene, de impedir se continúe desangrando la despensa y anaqueles de los comercios venezolanos, por lo cual ejecutó el desalojo del territorio invadido por colombianos, por considerar que este era área propicia para el comercio ilícito de toda clase de mercancías, en perjuicio de los intereses venezolanos. Estas acciones produjeron el rechazo del Gobierno de Colombia al considerarlas atentatorias contra los DDHH de sus habitantes.
Las gestiones diplomáticas no han logrado el objetivo de superar el cierre de la frontera y se ha considerado la posibilidad de que el mismo sea extendido al resto de ella. El Gobierno venezolano actuando bajo la presión interna causada por el desabastecimiento y alto costo de la vida, tomó esa vía y descartó el empleo de otras, buscando lograr un efecto político favorable para su ya debilitada imagen, pareciéndole de mayor utilidad dar ese paso inesperado del cierre y enviar señales de la existencia de un Gobierno, que con autoridad y decisión hace todos los esfuerzos para darle al pueblo respuesta a sus reclamos. ¿Qué ha quedado de todo esto? Nada positivo. Para el Gobierno un escándalo y la generación de una mala imagen internacional. La escasez continuará, al igual que las ocupaciones de otras zonas fronterizas por nuevas invasiones. El precio de nuestra moneda se devaluará más y lo que debería ser la mejor y fructífera relación con un país vecino hermanado por una misma historia y afectos comunes, transitará a partir de ahora por caminos inciertos y lleno de rencores innecesarios.