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“El dinero que me dan mis familiares se lo presto a mi madre y luego ella me lo devuelve”, explicaba hace unos días una joven a un prestigioso diario de la localidad. Con cinco millones de personas en situación de desempleo y con un millón de hogares donde todos sus componentes están en el paro, la situación económica de las familias es muy difícil. A ello, hay que añadir la subida de impuestos, de servicios básicos. Llegar a fin de mes se está convirtiendo en todo un reto para muchos hogares. Y todos los miembros sufren la crisis y la reducción del gasto familiar. También los más pequeños.
Hoy, la palabra “crisis” es habitual en el vocabulario de políticos, de periodistas, de los adultos… pero también está en boca de los jóvenes y de los niños. Los expertos advierten de que lo mejor ante esta situación es hablar con los hijos y explicarles el nuevo escenario. La falta de comunicación y de diálogo hace que los hijos se sientan desplazados, como si no fueran parte de la familia. Los pequeños de la casa tienen que entender y aprender que uno no puede tener todo lo que quiere y ya.
Los adolescentes, a pesar de lo que muchos creen, no viven en la inopia. Están informados y conocen cuál es la realidad. También se dan cuenta de las situaciones y pueden ser parte de la solución. De ahí la importancia de que las familias hablen de la crisis y de las consecuencias que eso acarrea a sus miembros. Con naturalidad y con un punto de optimismo y esperanza en el futuro.
La cultura del derroche, del “como tengo dinero, gasto y derrocho”, ha provocado cierto egoísmo que consiste en sólo pensar en el presente. El colchón paterno siempre ha estado ahí y, en muchos casos, de una manera especialmente protectora. Esto ha hecho que los jóvenes sean impacientes y que no hayan desarrollado sus capacidades para trabajar por lo que uno quiere. Todo ha sido sencillo. En general, es una generación que ha vivido bien, ha tenido posibilidad de formarse, de viajar, aprender idiomas, divertirse, acceder a la cultura, las nuevas tecnologías… De “vivir la vida”.
Los sociólogos y expertos creen que estamos ante la generación mejor preparada de la historia. Y “todas las sociedades que han tenido una generación con estas potencialidades han ido a más”. Familias e hijos, jóvenes y adultos estamos atrapados en la crisis, como en el Día de la Marmota.