No
Viven los hijos y familiares de aquellos funcionarios o exfuncionarios del régimen de Nicolás Maduro en las sombras disfrutando de las mieles de lo que la robolución les dejó en los bolsillos a sus padres. Entiendo que la situación que se está viviendo de persecución hacia ellos es totalmente inédita y jamás hecha por los venezolanos que están el exterior.
Detengámonos un momento en pensar quiénes son estos hijos o familiares. Quizás generacionalmente tengan cercanamente mi edad, si están en el exterior es porque están teniendo una mejor educación y hasta mucha más calidad de vida de quienes se quedaron en el país. Estudian en las mejores universidades y viven en las mejores zonas en países desarrollados; y el que lucha en las calles hasta deja los estudios por salir a trabajar; ya que un título en Venezuela no le garantiza absolutamente nada.
Y no hablemos del ejército de muchachos que nos tuvimos que ir del país por diversas razones… pero todo radica en la destrucción de las oportunidades de los jóvenes en Venezuela. Nosotros que vivimos del trabajo arduo todos los días y que los grandes lujos que podemos darnos serían ir a un malla vitrinear y publicar una foto en algún cine o restaurant ¿injusto? Por supuesto que sí y más sabiendo de dónde provino el dinero que le proporciona esa vida que llevan los hijos o familiares de los enchufados.
Que si los hijos no tienen culpa de lo que hacen los padres, que debemos ser distintos a quienes han fomentado la violencia… ¿Acaso que ese hijo o familiar no tiene pensamiento propio? Muchos mayores de edad saben de donde provienen las fortunas de sus familiares y si aún no se han pronunciado son cómplices.
La reconciliación en Venezuela tiene que venir con altas dosis de justicia y perdón. Justicia en vernos iguales antes los ojos de Dios y perdón para el que se arrepiente de sus pecados y los confiesa. De otra manera aunque seas “inocente” de los actos de tus padres, no te exime poder salir al frente como el hijo de Tareck William Saab, abandonar tu apartamento lujoso y la mesada de miles de dólares; para así emprender una vida en el exterior como la hacemos millones de venezolanos que largamos el forro, algunos para vivir mejor y otros para ayudar a sus familiares enviándoles dinero.
Aunque la rabia y la ira nos consuma en estos actos de bullyinga los rojitos, estoy tranquilo ya que es solo parte de la catarsis que debe haber en un principio para la verdadera reconciliación que necesita Venezuela.