Sobra
El reciente atentado ocurrido en la ciudad europea de Barcelona, sacudió al mundo. Y es que esos certeros golpes sin alma a la humanidad, logran su principal objetivo: poner el foco en las agrupaciones que están tras ellos, al costo que sea. Literalmente, de sangre.
La premeditación y alevosía de los cerebros y perpetradores de este monstruoso crimen, se ponen de manifiesto cuando atacan masivamente en zonas con alta concentración de personas, como en este caso La Rambla, el muy turístico sector de la ciudad escogida. Barcelona pone al mundo civilizado una vez más de frente con su peor pesadilla: el terrorismo. Los hallazgos policiales, entorno a estos hechos, son francamente alarmantes.
La hipótesis que se maneja es que se lanzaron por un atentado bastante más rudimentario tras la explosión que arruinó los planes originales. Y quizá una de las más perniciosas consecuencias de estas desgracias es la desconfianza y el odio que queda sembrado en una sociedad, y en el mundo entero. Residentes musulmanes de Cataluña salieron de inmediato a manifestar su condena a los hechos, y a recordar que se han integrado a la sociedad que los recibió. Que no se puede juzgar a toda una colectividad por las acciones antisociales de unos pocos individuos y que los crímenes de unos desadaptados no los representan a ellos. Pero sin duda, se trata de algo que no todos comprenden.
En Barcelona hubo disciplina de la población, acatamiento al llamado de las autoridades, colaboración para capturar a los autores y una generosidad ejemplar vista, por ejemplo, en los numerosos donantes voluntarios de sangre. Sobra decir que la condena a semejantes tragedias debe ser inequívoca y unánime, pero siempre hay que decirlo, subrayarlo, recalcarlo. No puede haber duda alguna sobre el rechazo a estos hechos por parte de la inmensa mayoría del género humano; lo cual es uno de los muros que podemos erigir en contra de su repetición.
Los actos de esta clase se pierden lejos en la historia de la humanidad; pero pareciera que la intensidad de los tiempos que vivimos abona el terreno para que sean más frecuentes y masivos, y logren su cometido de conmover al género humano en su conjunto.
Los gobiernos del mundo deben afrontar en conjunto la que es hoy por hoy la mayor amenaza de nuestros tiempos a través de las instancias que los agrupan y que nacieron para promover la paz, aunque en circunstancias muy distintas a las actuales.