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Venezuela es el país de América Latina con el mayor apoyo a la democracia (Latinobarómetro 2016). Que esto sea así puede tener varias interpretaciones, una de ellas va por la línea de lo que alguien a quien se le comentó este dato afirmó, “uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde”, refiriéndose al hecho que otros países en estos momentos no valoran tanto su democracia porque la tienen. Pero hay otra interpretación, y es que el venezolano realmente tiene en sus venas el sentido de la democracia, lo que sin duda sería consecuencia de la vida política en el país de la segunda mitad del siglo XX.
Lo anterior presenta un contexto favorable para el futuro político del país, pues da cuenta de una base fundamentalmente democrática en la sociedad venezolana, la cual además se pudiera afirmar con bastante certeza se centra esencialmente en lo electoral. Honrar esto implica un gran reto para quienes lideran hoy el Gobierno, y en general para quienes buscan un camino que genere el cambio que el país requiere en el plano de un gran acuerdo político, que a su vez conlleve al redireccionamiento económico y social. Lo anterior tiene como primer paso el rescate de la institucionalidad.
De la misma forma como el país cuenta con ese reservorio civil de percibir la democracia como el mejor camino para que la sociedad dirima sus diferencias, cuenta también con una base productiva con gran potencial. Desde la gran cantidad de profesionales bien formados y con gran experiencia, hasta grandes capitales que se han acumulado en el exterior, sin mencionar la base de recursos naturales, e incluso una infraestructura que aún hoy ha logrado aguantar los embates de la falta de mantenimiento y cuya recuperación es más que viable.
El tiempo no corre en vano, y de la misma manera como la infraestructura se continúa deteriorando, las bases de profesionalización también se debilitan, e incluso los aspectos fundamentales de la convivencia social centrada en la civilidad van perdiendo espacios.
Está claro que quienes dirigieron al país durante la segunda mitad del siglo XX en Venezuela, cometieron muchos errores, la principal evidencia fue la imposibilidad de lograr mayor bienestar, la corrupción, y en general el no lograr que el país diera el salto definitivo a la modernidad. Pero ese mismo período tuvo también muchos héroes anónimos, quienes levantaron una infraestructura social y física que aún hoy mantiene al país con posibilidades de futuro.