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Los niños que nacen con un peso sumamente bajo no solo corren el riesgo de sufrir problemas físicos, sino que son también más propensos a experimentar problemas de salud mental, como ansiedad o depresión, a lo largo de su vida, según un estudio realizado durante casi 30 años.
“Nuestros hallazgos ofrecen evidencias de que individuos nacidos con un peso sumamente bajo tiene un mayor riesgo general de sufrir dificultades psicológicas que los nacidos con un peso normal”, señaló la directora del análisis, Karen Mathewson, de la canadiense Universidad McMaster.
Esas dificultades implican “con mayor frecuencia problemas de atención, los relacionados con la ansiedad y problemas sociales“, agregó la experta.
El estudio, publicado hoy por la Asociación Psicológica Estadounidense, señala que los nacimientos antes de término han aumentado drásticamente en las últimas dos décadas y suponen un 8 % de los nacidos en Estados Unidos y Canadá.
Gracias a la mejoras en los cuidados intensivos neonatales, bebés nacidos con un peso muy bajo -menos de un kilo- tiene mayor oportunidad de sobrevivir.
Mathewson y sus colegas realizaron un análisis usando 41 estudios en los que se siguió a 2.712 personas nacidas con un peso extremadamente bajo y otras 11.127 que llegaron al mundo con un peso normal. Los estudios se realizaron durante 26 años, entre 1990 y 2016, en doce países desarrollados de América del Norte, Europa o Australia.
El estudio reflejó que los niños nacidos con un peso muy bajo tenían un mayor riesgo de sufrir algunos problemas de salud mental, que empiezan en la infancia y se extienden hasta llegar a la treintena.
Durante la infancia, y según casi todos los estudios considerados en el análisis, eran notablemente más propensos a experimentar déficit de atención e hiperactividad, mientas al llegar a la adolescencia tenían más riesgo de sufrir trastorno por déficit de atención y problemas sociales.
En el caso de los adultos, se informó de niveles “significativamente altos de ansiedad, depresión y timidez, además unos niveles significativamente más bajos de funcionamiento social”, según un comunicado de la Universidad.
Esos riesgos “no parece que varíen” dependiendo de dónde o cuándo nacieron los bebes con peso extremadamente bajo o si sufrieron secuelas neurosensoriales significativas como parálisis cerebral o ceguera.
Mathewson considera que esos hallazgos pueden derivarse de respuestas biológicas del bebé a condiciones prenatales difíciles y al estrés prenatal debido a un nacimiento prematuro.