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Edvald Boasson Hagen, un ilustre noruego de 30 años, inscribió su nombre como primer vencedor en la inédita Salon de Provence, que se estrenó como meta del Tour de Francia en la jornada más larga de la edición de 2017, sobre un incoherente recorrido de 222,5 kilómetros, “más otros nueve de neutralizada”, añadió Alberto Contador.
Su sentir era generalizado en el castigado pelotón: “Etapas como esta no van a cambiar nada el resultado de la carrera. Podrían pensar que han habido días muy duros que han hecho muchos desgastes”. Efectivamente, la décimo novena etapa resultó un atracón innecesario a estas alturas de banquete. No hubiera pasado nada con un menú más ligero a dos días de París.
La victoria de Boasson Hagen, que ya logró dos triunfos en 2011, fue lo único destacado de una jornada que no aportó nada extra. Excepto esa última oportunidad para 20 aventureros y para equipos que todavía no habían mojado, como era el caso del Dimension Data. El Movistar español metió ahí a Daniele Bennati, pero su contador sigue a cero.
El pelotón, que venía de dos exigentes días consecutivos en los Alpes, se pegó más de cinco horas sobre la bicicleta. Sin sobresaltos. La motivación por neutralizar la escapada fue nula. El Sky de Chris Froome se limitó a encabezar el grupo a un trote digno, pero cómodo. Ni siquiera los velocistas habían anotado esta fecha entre sus prioridades.