Usain
Usain Bolt, el atleta más carismático del mundo desde la retirada del estadounidense Carl Lewis, obtuvo ayer una rotunda victoria en la final de 200 metros con una marca de 19.78 segundos y se colgó su octava medalla olímpica de oro, camino del triple-triple.
El astro jamaicano se convirtió en el ganador de presea dorada de mayor edad en los 200 metros. Anoche se hizo acompañar en el podio por su amigo, el canadiense Andre de Grasse (20.02) y por el francés Christophe Lemaitre, que se llevó el bronce con la misma marca (20.12) que el español Bruno Hortelano fijó en la primera ronda como nuevo récord de España.
Aclamado por la multitud, que esta vez, a diferencia de la final de 100 metros, no llenó por completo las gradas del estadio olímpico, Bolt ofreció al mundo la enésima muestra de superioridad en el esprint, ya sea el puro o el sostenido, aunque no pudo regalar a sus incondicionales la gran marca que pensaba.
Así transcurrió
Salvada sin contratiempos la salida, su fase de la carrera más débil, Bolt fue ganando terreno en la curva y llegó a la recta dos metros por delante de sus adversarios, a los que no concedió la menor opción.
De Grasse, que había sido bronce en la final de 100, mejoró en 200 un peldaño en el podio de honor, adelantando en los últimos metros al estadounidense LaShawn Merrit, mientras por detrás progresó también Lemaitre hasta el tercer puesto. Desde el oro del griego Kostas Kenteris en Sydney 2000 ningún otro velocista de raza blanca había subido al podio olímpico en 200 metros.