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El robo de una bombona originó la matanza de los Sulbarán en el barrio El Hatillo, en la parroquia Venancio Pulgar. Alberto José Sulbarán Méndez (26), alias el “Tao”, sustrajo el recipiente de la casa de un vecino y este juró matarlo si no se la regresaban. Buscó al “Mono”, al “Cheche” y al “Ojón” para vengarse.
La Policía explicó que el “Cheche” llegó al barrio a bordo de un Chevrolet Malibú rojo, placa 02AC9CL, se estacionó a dos cuadras del rancho. Caminó hasta el hogar mientras cargaba el arma 9 milímetros y al abrir la cerca de lata despertó a Sairi Yudiel Ortega Pinto (21), apenas la muchacha se asomó le disparó dos veces en la cabeza.
Sin tener idea de donde estaba el “Tao” disparó una ráfaga de tiros a la cama, sacó un celular y al alumbrar notó que había matado a Cristian (4), hijo de Sulbarán. “Se llevó las manos a la cabeza y se lamentó por haber asesinado a un niño”, indicó el policía.
El “Ojón”, que es hermano del dueño de la bombona, lo esperaba en el carro y huyeron. El “Mono” era el encargado de vigilar la zona, porque el “Tao” era azote del sector, manejaba otro Malibú gris.
En el barrio La Obra, los investigadores persiguieron al “Ojón”, pero se les escapó. Durante el operativo recuperaron un carro y lo remolcaron a la sede de la Policía científica para las experticias.
El padre de Sairi, Rubén Ortega, llegó a la morgue de Maracaibo para reclamar el cuerpo de su hija. La recordó como una joven tranquila. La familia se mantuvo anonadada por la noticia, en la vivienda reina el silencio y la espera de los cuerpos para ser veloriados en el patio de la casa. El próximo domingo serán enterrados en el cementerio San Francisco de Asís.