Woody
Más sobrio y quizá menos cínico, Woody Allen abrió la 69° edición del Festival de Cannes con Café Society, un ejercicio de cine clásico que fue recibido con aplausos y que relata una historia de amor ambientada en los años treinta.
Es la tercera vez que el octogenario director inaugura este certamen, en el que siempre se le acoge con reverencia. Aunque es difícil que a estas alturas una nueva obra del prolífico autor pueda sorprender, Café Society recupera claves del cine de Allen y se sumerge en sus temas recurrentes como el judaísmo, la religión, la muerte y, por encima de todos, el amor.
“Siempre me he visto como un romántico, aunque las mujeres de mi vida no lo compartan”, dijo el realizador en la rueda de prensa. Allen atribuye esa visión romántica, que proyecta por ejemplo en su visión de Nueva York o de las relaciones amorosas, a la influencia indeleble que le causaron las películas de Hollywood en su infancia.
Todo eso está recogido en Café Society, en la que el ambicioso joven Bobby Dorfman (interpretado por Jesse Eisenberg) viaja a Hollywood desde su Bronx natal para labrarse un futuro junto a su tío Phil Stern (Steve Carrell), con quien también compartirá el amor por la bella Vonnie (Kirsten Stewart).
Se mostró el neoyorquino muy complaciente con el trabajo de sus dos protagonistas, Stewart y Eisenberg, de quien aseguró que ofrece a su personaje una riqueza en matices y una complejidad que él mismo habría sido incapaz.
También alabó el cineasta los dotes actorales de Donald Trump, el candidato republicano, quien participó en su cinta Celebrity. “Es un teatrero y le sale natural”, destacó Allen, quien ha demostrado su apoyo a Hillary Clinton. “No niego que me divierte, pero me da igual quién sea el candidato republicano. Este es el año de Hillary”, aseguró