Cambiar o perecer

 

Desde la MUD se argumentan sobre los grandes logros en sus estrategias, los cuales se pudieran resumir a unas pocas victorias electorales. Esas incoherencias han metido a la MUD en un laberinto. ¿Qué hacer? Lo primero es tener una estrategia clara

Pasaron las elecciones regionales, a muchos les sorprendieron los resultados, a otros no tanto. Más allá de los detalles, la escena es muy parecida a la que tanto se ha repetido durante años, la cual se puede resumir en palabras como ventajismo, falta de confianza en las instituciones, no reconocimiento entre los adversarios, lo que al final desemboca invariablemente en anuncios de fraudes. Lo anterior contribuye a profundizar las fracturas en un país altamente desarticulado socialmente, lo que a su vez mina cualquier posibilidad de solución política.

Lo que no deja de sorprender, es que la MUD no termina de salir del círculo repetitivo en el que ha entrado. Se entiende que el Gobierno se mantenga en esta línea, al final de cuentas le ha rendido frutos. Pero el caso de los partidos políticos de la oposición, denota falta de sentido estratégico, cuya explicación menos benigna apunta a posibles complicidades, y una más benigna a problemas para trascender esquemas mentales. Desde la MUD se argumentan sobre los grandes logros en sus estrategias, los cuales se pudieran resumir a unas pocas victorias electorales.

¿Qué hacer? Lo primero es tener una estrategia clara. No está bien que entre las primeras declaraciones de los representantes de la MUD, luego del fracaso en las elecciones regionales, sea llamar a todos los factores de la oposición para pensar una nueva estrategia, la cual se sumaría al menos, a otras tres estrategias declaradas abiertamente en los últimos 12 meses. El problema de fondo en esta falta de definición pareciera ser el debate entre la vía electoral versus la llamada calle, cuyo nombre no reduccionista debería ser en realidad la lucha civil.

Mientras esa indefinición tiene lugar, el péndulo entre un extremo y otro se mueve sin lograr la consistencia necesaria para generar un cambio. Por ejemplo, si la estrategia dominante fuera la vía electoral, la MUD debió haber participado en la ANC, hubiese sido incluso más coherente. Si por el contrario, la estrategia dominante es la lucha civil, sin duda no se debió haber participado en las elecciones regionales. Esas incoherencias han metido a la MUD en un laberinto, en el que cada vez que intentan explicar a la gente terminan confundiéndola, lo que a su vez les resta efectividad política.

Uno de los peores elementos de la situación anterior es la incapacidad que ha mostrado la MUD de reinventarse. El mejor ejemplo de esto es insistir en culpar a los abstencionistas por los resultados más recientes, sin haberse tomado la molestia siquiera de cambiar en algunos casos a los voceros que indistintamente hablan de “calle sin retorno” y “desobediencia civil”, para pocas semanas después invitar a votar, por cierto con argumentos bastante débiles. La MUD parece que no ha asimilado que una proporción importante de la gente se cansó de darles cheques en blanco. 

La MUD necesita cambiar, pero todo parece indicar que continuará los pasos de sus predecesoras (Coordinadora Democrática, etc.), y por no saber adaptarse mutará a otra figura, cuya principal novedad quizás sea el cambio de nombre. Ante ese escenario, los llamados imponderables cobran mayor fuerza, y para sorpresa de muchos quizás aparezcan en alguna contienda electoral que tome por sorpresa al Gobierno. El desgaste de muchos de los dirigentes políticos actuales es evidente, generando todas las condiciones para la aparición de nuevos actores.

 

Visited 4 times, 1 visit(s) today