domingo, diciembre 15, 2024
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Canto a Bolívar

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Los venezolanos, pues, hemos hecho un bolero de nuestras vidas. Un drama continuado. Tanto los que están en el Gobierno como los que dirigen la oposición tienen un serio problema existencial, el poder se ha convertido en su única y última posibilidad de vida

“Las decepciones, las derrotas, el desánimo, son herramientas que Dios utiliza para mostrar el camino”.

Una característica de los Estados fallidos es que el Gobierno, más que su ausencia, es el principal culpable del fracaso y la destrucción de las instituciones con la consecuente anarquía que se produce de manera deliberada y a propósito, causando enormes riesgos y males a sus propios habitantes.

En Venezuela, por desgracia, se contempla esta característica. Un gobierno de delincuentes copiando modelos fracasados en el mundo, que nos coloca en presencia de un orden absurdo y cuando esto ocurre, no existe el derecho. Para peores males, entre los factores de oposición cunde el reino de la prisa, que según Dante, es el reino del infierno.

El doctor Ávila Mayor, de grata recordación, definió este sentimiento como el Complejo de Prometeo, es decir, “la situación de conflicto existencial no resuelto por el ser humano, la cual es sustituida por un estado anímico alterado por el miedo y caracterizada por grados variables de ansiedad y angustia, que al permanecer sin solución pueden alcanzar en grado último la desesperación”. Los venezolanos, pues, hemos hecho un bolero de nuestras vidas. Un drama continuado. Tanto los que están en el Gobierno como los que dirigen la oposición tienen un serio problema existencial, el poder se ha convertido en su única y última posibilidad de vida, lo cual ha creado un gran vacío, entre lo que la mayoría de la población aspira y demanda y lo que los dirigentes políticos ofrecen.

La gente reclama la refundación del orden democrático sobre la base del desarrollo de las instituciones, el rescate de los valores, la unidad y reconciliación, y el establecimiento de un modelo de relaciones sociales basado en la igualdad de oportunidades, la no discriminación y la inclusión participativa.

La gente aspira a opinar, participar e influir sobre las decisiones que los afecten y espera un liderazgo con oferta superior a la del paternalismo de Estado, que vulnera su dignidad. La gente común no quiere involucrarse en la discusión de si Adán y Eva tenían ombligo o si la culpa de nuestra desgracia recae en uno u otro de nosotros mismos.

Es una responsabilidad intelectual y del talento político venezolano que todos tengamos paz, pan y trigo, como manifestara Neruda en su célebre Canto a Bolívar. Es nuestra obligación procurar que su poético canto al padre de la patria deje de ser un susurro en la oscura noche de un pueblo que sufre y se convierta en una real consigna de vida; en un grito en el amanecer de una nación unida voluntariamente, con alegría; laboriosa y próspera, dispuesta siempre a defender la libertad y la dignidad como personas humanas en un ambiente de auténtica democracia.

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