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No existe de ningún modo, en la actualidad, que los venezolanos tengamos espacio para la celebración de la Navidad y de las fiestas de fin de año. La desesperación por alimentarse ocupa las horas del día y de la noche; nos sentimos impotentes, resquebrajados moralmente por “vivir” en lo que en otrora era el mejor país del mundo.
No nos merecemos este calvario que el “comandante eternamente enterrado”, el engendro y los asesinos de Fidel y Raúl instalaron en nuestra patria. La muerte, como filosofía de gestión del régimen comunista, circunda en nuestras calles, en nuestros barrios y urbanizaciones; parecemos unos zombies del hambre y de las enfermedades que padecemos y no se vislumbra ni en corto y mediano plazo una solución efectiva
El caos es total, la esperanza está perdida hasta en nuestra propia conciencia; la infelicidad de nuestra familia es apéndice de la desgracia insoslayable que padecemos; nuestra juventud tiene su futuro en las fronteras y en los aeropuertos; nuestros abuelitos han perdido la fe en la vida y para colmo de males no tienen quien los entierre; nuestros niños ya no son el “futuro de la patria”, simplemente son individuos más no personas.
El comunismo, arrasó y arruinó de manera contumaz todas nuestras riquezas naturales; el comunismo corrompió toda la estructura social, económica, política y moral que se había consolidada en el país desde 1958 hasta 1998, cuando apareció de la nada el hoy inquilino del infierno, donde está junto a Hitler, Stalin, Fidel, Hussein, Gadafi, Idi Amin y otros malditos asesinos, después de haber causado el mayor desmadre en la patria que lo vio nacer.
Todos los venezolanos, incluyo en ellos a todos los que antes se denominaban como “chavistas”, sentimos arrech…. por todo lo que está aconteciendo y estamos avergonzados de dejarle a nuestros hijos y nietos este legado de miseria y muerte. Estos miserables algún día tendrán que pagar por este caos causado y al mejor estilo de Milosevic los veremos en manos de la justicia terrenal porque Dios está haciendo su trabajo y más aborrecidos, de lo que están, es imposible que puedan estar.
El engendro, especialista en destrucción institucional y formal, también se las verá con su antecesor en el infierno y nunca, mientras esté con vida, tendrá en su interioridad paz y sosiego. Algún día, más pronto que tarde, saldremos de esta horrible pesadilla que el comunismo le ha proporcionado a nuestro pueblo.