Mientras en el Vaticano y entre los católicos hay un sentimiento de luto por la muerte del papa Francisco, cuyo funeral tendrá lugar el próximo sábado, el caso del cardenal Angelo Becciu irrumpe en el cónclave que elegirá a su sucesor.
El cardenal italiano, en una impactante audiencia el 24 de septiembre de 2020, fue despojado por Francisco del cargo de prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos y de los “derechos ligados al cardenalato”.
Así, conservó, por tanto, el título de cardenal, pero cesó en todo cargo en la Curia romana y perdió el derecho a entrar en un futuro cónclave.
Esta última sanción, sin embargo, está siendo ahora fuertemente desafiada por el propio Becciu, que, después de haber sido invitado a las Congregaciones Generales precónclave como todos los demás cardenales, ahora expresa su plena intención de participar también en la votación para elegir al nuevo Papa.
“Refiriéndose al último consistorio, el Papa reconoció intactas mis prerrogativas cardenalicias, ya que no hubo voluntad explícita de excluirme del cónclave ni solicitud de mi renuncia explícita por escrito”, indicó el cardenal Becciu en la Unione Sarda.
La congregación general de los cardenales, cuya primera sesión se reunió esta mañana, deberá decidir sobre la reivindicación de Becciu.
Pero no será fácil mantener bajo control la voluntad del cardenal, que, sin embargo, sigue manteniendo fervientemente su inocencia, así como el hecho de haber sido “indultado” por el Papa.
Y su presencia en el cónclave constituiría ciertamente un elemento desestabilizador, con posibles efectos movilizadores, en particular entre los sectores del Sacro Colegio más opositores a la línea de Bergoglio.
Envuelto en un escándalo
Becciu, como exsustituto de Asuntos Generales, se vio involucrado en el escándalo de la compra por parte de la Santa Sede de un inmueble de lujo por 200 millones de euros en Londres, y en otras acusaciones sobre la gestión de los fondos de la Secretaría de Estado, como las enviadas a la Cooperativa Spes de Ozieri, dirigida por su hermano Antonino o incluso a la autodenominada experta en inteligencia Cecilia Marogna.
Unos cargos que le costaron una condena en primera instancia a cinco años y seis meses de prisión, mientras que la apelación está prevista para el próximo otoño.
Con la participación de Becciu, el número de electores en el Cónclave pasaría de 135 a 136, y habrá que ver quién tendrá el coraje y la fuerza de oponerse a la incursión del cardenal.
En un Sacro Colegio donde muchos cardenales, sobre todo los procedentes de las periferias extremas de la Iglesia, ni siquiera se conocen entre sí, serán decisivas para el equilibrio del cónclave las Congregaciones Generales, en las que tejer conocimientos, hacer emerger personalidades y carismas, y formar posibles grupos.
Aunque entre los favoritos para el trono de Pedro, a pesar de las reticencias personales, sigue estando el secretario de Estado de Bergoglio, Pietro Parolin, capaz de mediar y de tranquilizar tanto a los “progresistas” en la continuidad con Francisco, como a los “conservadores”.
¿Quién es Angelo Becciu?
Al principio un estrecho colaborador y luego una de las mayores decepciones de Francisco. Giovanni Angelo Becciu es el cardenal que marcó las crónicas judiciales vaticanas de los últimos años.
Su nombre está íntimamente ligado al juicio por uno de los mayores escándalos del Vaticano, el relacionado con la venta del edificio de 200 millones de euros de Sloane Avenue, en Londres.
Ordenado sacerdote en 1972, el prelado sardo puede presumir de una larga carrera “diplomática”.
Entró en el servicio diplomático del Vaticano el 1 de mayo de 1984, trabajó en las representaciones papales en la República Centroafricana, Sudán, Nueva Zelanda, Liberia, Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos. Con Juan Pablo II fue nuncio apostólico en Angola, en Santo Tomé y Príncipe.
Bajo Benedicto XVI fue nuncio en Cuba. En 2011 ingresó en la Secretaría de Estado como Sustituto para Asuntos Generales, cargo que luego confirmó el papa Francisco. En 2018, Jorge Mario Bergoglio lo nombró cardenal y al año siguiente prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos.
Pero el nombre del cardenal Becciu permanecerá en los anales por su implicación en el escándalo sobre las inversiones financieras de la Secretaría de Estado en Londres.
Una investigación que dio lugar a un larguísimo proceso que duró más de dos años y 86 audiencias, al final del cual, en 2023, el prelado fue condenado a cinco años y seis meses de prisión y a la inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos.
En 2020, durante la fase de investigación, fue destituido efectivamente de su cargo por Francisco, que aceptó su renuncia al cargo de prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos y a los “derechos vinculados al cardenalato”.
Sin embargo, conservó el título de cardenal, aunque sin ningún cargo en la Curia. Es por ello que el cardenal afirma que todavía tiene derecho a participar en el próximo cónclave para elegir al nuevo Papa.
En el pasado, el nombre de Becciu también fue mencionado en Australia, en el contexto del proceso por pederastia que implicó a otro cardenal, George Pell, que luego fue absuelto.
Según algunas filtraciones de prensa, de hecho, Becciu habría organizado transferencias de 700.000 euros a varias personas para apoyar la tesis acusatoria. Rumores que luego resultaron infundados, tal y como confirmaron los propios investigadores australianos.
A pesar de las investigaciones y los juicios, en 2021, en medio de los procesos, el papa Francisco decidió celebrar la misa del Jueves Santo en la capilla del departamento privado del cardenal, donde tradicionalmente acudía cada año a almorzar con los sacerdotes romanos.
Fuente: El Nacional
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