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Los Carnavales en Venezuela se caracterizaban por ser una época feliz de esparcimiento, donde las familias aprovechaban para hacer viajes, y los juegos con agua (globos, pistolas, baldes), eran muy comunes en aquél país previo a la llegada de la “revolución”. En la Maracaibo actual debido a los bajos niveles de los embalses tres millones de ciudadanos pasarán las fiestas carnestolendas sin una gota del vital líquido.
Seis estados de Venezuela: Carabobo, Falcón, Nueva Esparta, Sucre, Vargas y Zulia sufren la escasez de agua que mantiene a sus pobladores en permanente zozobra. El fenómeno climático “El Niño” es un problema para todos los países de la región, que no puede ser negado, pero el problema de la escasez de agua en nuestro país no es únicamente por causas naturales, la falta de inversión, la corrupción descarada y la ausencia de planificación han logrado que la sequía nos encontrara sin reservas de agua.
La capacidad de almacenamiento de agua del estado Zulia se construyó en 70 % en la denostada “Cuarta República” con mucho menos recursos de los utilizados durante la “revolución”. La presidenta de Hidroven declaró ante la AN que se habían invertido nueve mil millones de dólares, con esa cantidad de recursos es injustificable que no se hayan perforado los pozos, construido nuevas represas, ni hecho mantenimiento a los embalses actuales, la mayoría construidos en democracia.
Por su parte, el Gobierno anunció una serie de medidas necesarias para ahorrar el agua que aun se conserva en los embalses, tales como desconectar las tomas ilegales, perforar pozos de agua profunda y hacer mantenimiento a los embalses. Lamentablemente son acciones que se anuncian y se aplican solo en momentos de agudización de la crisis, pero que no son continuados en el tiempo.
Si desde 2014, año en el que hicieron los mismos anuncios y se aplicaron por un tiempo las medidas, a esta fecha por ejemplo, las tomas ilegales de agua ya estarían desconectadas en su totalidad, los pozos de agua estarían surtiendo del vital líquido a los ciudadanos y las plantas desalinizadores rodearían las costas venezolanas y surtirían del recurso a estados como Nueva Esparta. Por desgracia la corrupción, improvisación y falta de seguimien
to dilapidaron los recursos que nos hubieran permitido atravesar el período de sequía con tranquilidad.