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Su ímpetu es impresionante. Desde el cielo es una larga, sugestiva y casi infinita serpiente de agua. Cuando lo navegamos es atrevido, audaz y caudaloso. De color achocolatado, cautiva con su constante y dinámico ritmo. Hablamos del Catatumbo, río grande, poderosos y atrayente, suministrando 75 por ciento del agua dulce que abrasa el Lago de Maracaibo, extendiéndose, alrededor de 16 mil kilómetros de cuenca en territorio nacional. convirtiéndose en un afluente mágico, nicho iluminado de especies naturales, sorprendentes e impactantes, solo concebidas en esta exquisita parte del mundo.
Se desprende de Colombia como río de Oro, unido con otros ríos como el Zulia y Tarra, desde que nace abarca aproximadamente 450 kilómetros, alcanzando en Venezuela su recorrido hasta llegar conectarse con el Lago marabino 193 kilómetros, erigiendo a este río como uno de los más extensos del país. No todo es esplendor y fulgor. Hoy este cautivador río es aquejado por la sedimentación que lo vulnera, debilita y desgarra, dañando dramáticamente la existencia de pueblos de agua como Congo Mirador, establecido como parte primigenia de un entorno dual entre las bondades y los riesgos de un ecosistema afectado por la intervención inescrupulosa.
Congo Mirador, lugar impregnado por la fantasía de fenómenos excéntricos e iluminados como la tormenta eléctrica, el relámpago del Catatumbo, catalogado como único en el planeta por su inmenso resplandor y desbordante energía es abandonado por sus estoicos habitantes, quienes amenazados constantemente por aglomeraciones de zancuditos, deciden marchar hacia otras tierras, menos telúricas y enigmáticas.
Antiguos y nuevos pobladores sostienen que mientras la draga no entre eficientemente a ese espacio, la zona no mejorará y solamente estará poblado por mosquitos impertinentes y alocados, ahuyentando la cordura de sus coterráneos . Es pertinente que las autoridades regionales y nacionales a través de políticas integrales de dragado atiendan la sedimentación que incide en los descensos en los niveles de agua, colocando en alto riesgo este reservorio, también agredido por la elevada deforestación que mediante la tala y quema de árboles milenarios han adulterado las torrentes y márgenes aledañas, deteriorando las condiciones biofísicas del sector y trasgrediendo el hábitat de miles de seres autóctonos que junto a los eternos nativos del lugar, deben seguir navegando con rumbo seguro y prometedor las aguas del Catatumbo, achocolatadas, misteriosas, dulces y turbulentas.