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El nuevo Chapecoense empató ayer 2-2 en casa ante el campeón brasileño Palmeiras, en el primer partido que disputó tras el trágico accidente aéreo que sufrió en Colombia el pasado 28 de noviembre cuando se dirigían a disputar la final de la Copa Sudamericana 2016, donde murió la gran mayoría de jugadores que conformaban la plantilla. Este encuentro representó el “renacimiento” del club. El venezolano Alejandro “Lobo” Guerra no vió acción con su nuevo club Palmeiras.
El “Chape”, con una plantilla totalmente renovada, realizó un partido sólido situándose incluso al nivel del campeón del torneo carioca, el cual fue el último equipo que enfrentó el pasado año antes de la tragedia.
Douglas Grolli y Amaral pusieron los dos goles del Chapecoense en esta nueva era, ante los intensos gritos de los hinchas durante todo el partido que exclamaban el “vamo, vamo, Chape”, canto que se ha vuelto popular luego de que se difundiera en redes sociales un video donde la mayoría de los fallecidos lo coreaban en los camerinos días antes del accidente.
En el minuto 71, el partido paró durante 60 segundos para rendir homenaje a las 71 víctimas del accidente, la mayoría de ellos futbolistas, miembros del club y periodistas que irían a cubrir el inédito encuentro en Medellín.
A pedido del Atlético Nacional, quien sería el rival en la final, la Copa Sudamericana de 2016 fue concedida al Chapecoense. Entre lágrimas, las mujeres de los jugadores y los futbolistas que sobrevivieron fallecidos del Chapecoense recibieron las medallas que les convierten en campeones póstumos de Sudamérica. Jackson Follmann, Hélio Neto y Alan Ruschel, los tres futbolistas que sobrevivieron, se encargaron de alzar el trofeo continental.
Follmann, que sufrió la amputación de una parte de la pierna derecha, entró al campo en silla de ruedas y se deshizo en lágrimas cuando tocó el césped del estadio Arená Condá, que en diciembre fue testigo del funeral de los jugadores y miembros del club.