¿Quién se iba a imaginar hace tres años a los cómplices Luisa Ortega Díaz o Rafael Ramírez denunciando a los suyos? ¡Nadie! Mucho menos a un Freddy Bernal confesando toda la responsabilidad del chavismo en el desmadre que hoy es la patria de Bolívar, sin mencionar otras figuras icónicas del chavismo
Muchos, dentro y fuera de Venezuela, se preguntan cómo el peor de los peores gobiernos de nuestra historia, que redime al “más malo” de la cuarta república, aún continúa en el poder so pena de tanto dolor y sufrimiento, la respuesta es una sola: a través de la violencia institucionalizada en una nación amante de la paz y del manejo discrecional de los recursos del Estado a beneplácito de una élite suprema. La democracia solo fue útil mientras se pudo financiar el voto, cuando se arruinó PDVSA y lo productivo (privado y público) al régimen no le quedó más que gobernar con el mazo dando a propios y extraños.
¿Quién se iba a imaginar hace tres años a los cómplices Luisa Ortega Díaz o Rafael Ramírez denunciando a los suyos? ¡Nadie! Mucho menos a un Freddy Bernal confesando toda la responsabilidad del chavismo en el desmadre que hoy es la patria de Bolívar, sin mencionar otras figuras icónicas del chavismo, eso sí, a todo aquel que la conciencia o el temor a pagar crímenes (sin que de ello le exculpe) es inmediatamente tildado de terrorista o traidor a la patria por sus corresponsables gubernamentales ¡ah!, pero continúan intocables aquellos que prolongan el saqueo guipuzcoano de la nación, los responsables directos del terror que genera la muerte de niños, mujeres y ancianos por delincuencia impune, por falta de alimentos, medicinas o atención médica, aquella que se daba gratuitamente en Venezuela desde mediados del siglo XX o en esa perversa “cuarta república”.
Le pido especial atención: Venezuela ha padecido regímenes terroríficos, como las dictaduras asesinas de Juan Vicente Gómez y Marcos Pérez Jiménez, a quienes los juicios débiles hoy son capaces de añorar, así como existen quienes tratan de justificar los crímenes cometidos en los primeros pasos “democráticos” luego de 1958, es como justificar la tragedia que ha significado el chavismo, mentalidad con quien todas las penurias de los últimos 60 años se intensificaron y ha propiciado otras mucho peores. Le pido siga aplicando atención mi estimado lector: es casi imposible que un nuevo Gobierno lo haga peor que la actual kakistocracia roja rojita, pero siempre es posible, porque ello no depende de quién nos gobierne, sino de quienes lo permitimos; en un abrir y cerrar de ojos pasamos de la tragedia de Luis Herrera, al averno de Maduro, sin aprender lecciones.
Escoja una sola, cualquiera de las penurias que hoy aquejan a Venezuela ¡solo una!, por ejemplo la crisis de los servicios públicos, con ella en cualquier país de la región bastaría para deponer legalmente o por presión social a su gobierno; solo en Cuba y en Venezuela una docena de esos problemas no permiten un cambio de régimen, porque sus arquitectos se basan en la violencia institucionalizada, en el manejo arbitrario de las riquezas de la nación, la institucionalidad se amalgamó al partido, en Cuba manda más el presidente del partido comunista que el presidente de la nación, por eso Raúl Castro renunció ficticiamente a la Presidencia de la nación, pero sigue siendo presidente del partido comunista cubano, investidura análoga, cavernario tránsito que desea emular el chavismo.
Léase bien: ni 20 chavismos más quebrarán a Venezuela, somos un país imposible de quebrar, inconmensurablemente rico en suelo y subsuelo, quienes quiebran un país es su gente, su pueblo, permitiendo los desmanes de quienes conducen la nación, ¡piénselo!