Chiquero

La falta de recolección es tan grave que los ciudadanos que se negaban a esa práctica ya la realizan ante su propia necesidad. Mientras los ciudadanos rodeados de moscas y enfrentando una situación sanitaria sin precedentes, toman la acción más básica: Quemar la basura

Sin vueltas: Maracaibo está convertida en un chiquero. La ciudad se ha vuelto un lugar inmundo. La ciudad que entre 1995 y 2008 fue reconocida como la ciudad mejor cuidada de Venezuela, es solo montones de basura sin recoger. Recorrer a pie cualquier tramo de la ciudad como lo hacemos los ciudadanos comunes, se convierte en una especie de competencia de obstáculos para no pasar entre la basura. Menor suerte para evitar verla u oler sus aromas, para eso no existen desvíos ni saltos.

Una ciudad donde la recolección de aseo ya no pasa por donde lo hacía, y donde los habitantes no disponen de sitios adecuados para colocar sus desperdicios y utilizan sus propios vehículos para trasladar la basura al montón más cercano y tirarla en media calle. La falta de recolección es tan grave que los ciudadanos que se negaban a esa práctica ya la realizan ante su propia necesidad. Se festejan jornadas de recolección de basura, que debieran ser una labor común, se vuelven noticia y la adornan con cifras de toneladas queriéndole hacer creer al ciudadano que con eso han resuelto algo.

Mientras los ciudadanos rodeados de moscas y enfrentando una situación sanitaria sin precedentes, toman la acción más básica: Quemar la basura. El espectáculo entonces resulta de cine. Una ciudad llena de columnas de humo, con escombros por doquier. Una imagen de guerra, con olor putrefacto y amenazante de desatar una epidemia que cobre miles de muertos.

El show del asco no se limita a la basura. Incluye el abandono de las plazas y lugares públicos. Incluso, la Vereda del Lago, a la cual le dieron algunos toques de pintura, está llena de escombros, descuidada su vegetación, y abarrotada de basura en las orillas de la segunda etapa, acompañada del hedor de su descomposición. Otras plazas, con menos atención aún, están cada vez más sucias y desmanteladas. Una onda de destrucción en la infraestructura de la ciudad, que acabó con la que fuera la más bella. Así está la ciudad. ¿Mejorará?

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