El Dunkirk que se presenta en la película es esencialmente una playa llena de niños convertidos en hombres prematuramente, aterrorizados por la muerte que presienten venir desde el Este con el avance del ejército alemán
Los grandes acontecimientos de la humanidad siempre están poblados silenciosamente de miles de historias personales. Dos películas recientes, Darkest Hour (2017) y Dunkirk (2017), sin proponérselo conectan los dos planos de toda historia humana, la visión general del evento histórico y las vivencias de los protagonistas anónimos. En la primera de estas películas se presentan los acontecimientos del inicio de Churchill como Primer Ministro, donde entre otras cosas debe tomar una decisión difícil sobre la situación de más de 300 mil soldados británicos varados en la bahía de Dunkirk, y a quienes urge rescatar y llevar de regreso a casa a través del canal que une a Francia e Inglaterra. La segunda película trata justamente de las vivencias de quienes se encontraban en Dunkirk al momento de la retirada, contadas desde tres tiempos que se cruzan al final.
En Dunkirk, la película, el director Christopher Nolan presenta una historia bélica con más suspenso que acción, con silencios y miradas que hablan por sí solos sobre el terror de la guerra, dejando asomar por convención algunos actos heroicos que se diluyen frente a la condición humana esencialmente egoísta. En la cinta se muestra la cobardía como un acto racional de sobrevivencia, en contraposición a unas pocas acciones heroicas guiadas más por el cumplimiento del deber que por juicios morales sobre el bien y el mal.
El Dunkirk que se presenta en la película es esencialmente una playa llena de niños convertidos en hombres prematuramente, aterrorizados por la muerte que presienten venir desde el Este con el avance del ejército alemán, y cuyos bombardeos constantes desde el aire les aniquilan cualquier intento de sosiego.
La película sobre Churchill en algún momento rescata las palabras elocuentes del primer Ministro sobre la actitud que tomará el pueblo inglés frente a la amenaza nazi. Las mismas palabras son leídas al final en la cinta Dunkirk, de la voz de un soldado que logró sortear con astucia a la muerte se escucha el famoso “Llegaremos hasta el final, lucharemos en Francia, lucharemos en los mares y océanos, lucharemos con confianza creciente y fuerza creciente en el aire, defenderemos nuestra Isla, al precio que sea, lucharemos en las playas, lucharemos en los aeródromos, lucharemos en los campos y en las calles, lucharemos en las colinas, no nos rendiremos jamás”. Estas palabras cargadas de fuerza y emotividad fueron escritas a cientos de kilómetros de la costa francesa, donde miles de vidas se perdieron y otras tantas más cambiaron para siempre luego de contemplar el rostro de la muerte.
La historia recuerda a ese hombre de verbo rudo y no al joven que murió sin mayor gloria en una playa. Al final de las cintas se presenta por un lado a un Churchill humano, hasta el punto de llorar en un vagón lleno de civiles incrédulos, y por otro lado a unos héroes anónimos reivindicados en la nota en un periódico local. El heroísmo es una compensación que el poder ha creado para justificar los sacrificios de millones de seres anónimos a lo largo de la historia, es un intento de reivindicación del sacrificio de hombres, mujeres y niños que no pidieron ser víctimas de la ambición de poder de unos pocos.
Las grandes épicas de la historia han estado acompañadas de miles de historias personales. Los discursos seguirán llenando páginas de historia, y Hollywood se encargará de trastocar la realidad para sacar partido de la tragedia humana, y mientras tanto otros miles seguirán siendo víctimas anónimas.