Si
Cada venezolano lleva en su cuerpo o en su mente cicatrices, que le ha dejado la agresión del hampa o del Gobierno. Los atracos en diciembre se multiplicaron en todo el territorio nacional. Familias enteras han sufrido el robo de todas sus pertenencias en diferentes sectores. Lo mismo en las urbanizaciones de la clase media que en los barrios más humildes.
El Estado venezolano no garantiza la seguridad pública. No hay horas para el robo, lo mismo en la madrugada, a plena luz del día que al anochecer. Los cuerpos policiales del Gobierno llegan tarde ante la denuncia. El atraco va acompañado muchas veces de muerte. Todo se acentuó cuando Chávez en un inolvidable discurso en Los Próceres dijo que para el pobre hambriento era lícito robar. Era la legitimación del delito desde el poder.
Cada año aumenta el número de homicidios. El 2016 cierra con una cifra de más de 30 mil muertos por causas violentas. Venezuela es uno de los países más violentos del mundo. Estados Unidos advirtió a sus ciudadanos en Navidad de evitar visitar Venezuela.
Los médicos no se dan abasto en los hospitales de las principales ciudades para atender las emergencias de los venezolanos agredidos. Los centros de salud de otra suerte, se encuentran en las peores condiciones sanitarias. Es un país en la peor de las adversidades. La dictadura de Nicolás Maduro tiene arruinada a Venezuela, donde la moneda en el 2016 perdió más del 50 % de su valor.
Hay cicatrices también en la dignidad de los venezolanos. Una nación manejada por una legión de funcionarios ineptos, respaldados por un militarismo cómplice. Ni los chácharos de Juan Vicente Gómez igualan al oficialismo gobernante. El doloroso silencio de la gente ansiosa de que se le organice para derrocar esta barbarie en el poder es desesperante. Pero precisamente por eso es esperanzador, porque en cualquier momento, lo imponderable puede convertirse en la chispa que encienda la reconquista de la democracia.
Pero si cada venezolano tiene una cortada en su humanidad, la patria está también herida por el robo desde el poder. No hay ya denuncia internacional de corrupción, pago de comisiones, donde el nombre de Venezuela no aparezca. En los papeles de Panamá, en el caso de la brasileña Odebrecht, en la inexplicable riqueza de militares y políticos con cuentas bancarias e inmuebles en el exterior. Platón llegó a afirmar que “los crímenes son producidos por falta de cultura, por mala educación y por viciosa organización del Estado”.