Coherencia y cohesión

Las voces de la cordura son desoídas y la soberbia se manifiesta sin recato, en un afán por dominarlo todo, de dirigirlo todo, de controlarlo todo

"La violencia, la resignación y la desesperanza son graves peligros para la democracia", Conferencia Episcopal Venezolana.

El país transita nuevamente por caminos peligrosos. El estado de crispación social es alarmante. 17 años de destrucción y de incertidumbre, de sueños rotos y de esperanzas frustradas es una carga que se torna insoportable para la vida de los venezolanos. Vivimos una situación de angustia permanente y en una lucha fratricida y desgastadora que nos conduce hacia ninguna parte. Las voces de la cordura son desoídas y la soberbia se manifiesta sin recato, en un afán por dominarlo todo, de dirigirlo todo, de controlarlo todo.

Llevamos 17 años de obscurantismo, donde una densa niebla de mediocridad pareciera aposentarse en nuestro territorio. Aquel país alegre, expresivo, con grandes iniciativas, bregador y luchador, dispuesto a alcanzar siempre un futuro luminoso, por obra y gracia de una corte de almas resentidas y atormentadas envueltas en un sincretismo religioso y burlón y armadas de un fanatismo estúpido y despiadado, lo han querido convertir en un espacio tenebroso, inhabitable y sin destino.

No obstante, el pueblo se rebela nuevamente frente a la vocación totalitaria del régimen y al plan de destrucción nacional. A la entrega vil de la patria y de los símbolos que nos distinguen como ciudadanos orgullosos de ella.  En medio de sus sufrimientos y padecimientos se muestra decidido y dispuesto a obligar a que el país cambie de rumbo y nos reencontremos en el sendero de la reconciliación y del trabajo fecundo. El Gobierno no oye, pero la población sí, y está exigiendo a sus dirigentes claridad y sinceridad de propósitos. El pueblo espera de sus líderes, coherencia de pensamiento y cohesión en la acción.

Así lo ha captado la milenaria sabiduría de nuestra iglesia cristiana, la cual deja oír nuevamente su voz y nos alerta para "que no nos dejemos manipular por quienes ofrecen un cambio de situación por medio de la violencia social. Pero tampoco por quienes exhortan a la resignación ni por quienes le obligan con amenazas al silencio"... Nos pide que "no caigamos en el miedo paralizante y la desesperanza, como si nuestro presente no tuviera futuro"... y nos llama a "actuar como protagonistas de las transformaciones de nuestra historia y nuestra cultura".

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