
Inicialmente el problema migratorio que se vive en Colombia se limitaba a los departamentos fronterizos, pero actualmente se trasladó a todo el país
En las afueras del Instituto Nacional de Enseñanza Media Diversificada (Inem) José Eusebio Caro, de Cúcuta, viven personas a la intemperie para tratar de obtener la cédula colombiana. Cartones y sábanas improvisadas son el único techo de los colombo-venezolanos que esperan hasta siete días en las calles sin dinero ni comida. Ese colegio fue habilitado por la Registraduría Nacional del Estado Civil de Colombia para descongestionar la sede principal de la localidad, luego del incremento de trámites producido por el éxodo masivo desde Venezuela.
No es un trámite para venezolanos. Los únicos que tienen derecho a solicitar el documento de identificación son aquellas personas de padre o madre colombianos que, en su mayoría, son hijos de emigrantes que en otra época fueron a vivir a Venezuela debido a los conflictos sociales y políticos que afectaron a Colombia. Ahora, la segunda generación se ve en la necesidad de dejar el país en el que nació y comenzar desde cero, igual que hicieron una vez sus padres.
Roque Martínez, delegado asignado de la institución para el Departamento del Norte de Santander, informó que desde Bogotá se organizó esa jornada especial para trámites de documentos en los departamentos fronterizos. “Nosotros trabajamos en la Registraduría Especial de Cúcuta y en todas las registradurías que tienen frontera con Venezuela, pero son tantas las personas, que no fuimos capaces de atenderlas ni física ni tecnológicamente”.
Según datos del funcionario, durante el operativo que se habilitó desde principios de febrero se atendía a 500 personas diariamente. A pesar de los esfuerzos de las autoridades neogranadinas y de organismos internacionales, los operativos especiales no resuelven de manera concreta el problema humanitario que viven quienes realizan el trámite.
“La Registraduría Nacional le pidió al Gobierno central para que se hiciera una brigada que estuviera la Defensa Civil, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, por los niños menores desprotegidos y con necesidades de atención”, indicó Martínez.
Adentro del Inem, el orden reinaba, en una cancha de concreto las sillas estaban ordenadas. Las personas esperaban pacientes en sus asientos. También tenían unas gradas que eran utilizadas para que descansaran. Había refrigerios y equipos médicos de atención primaria.
Afuera del ente el caos se percibía a simple vista, hombres, mujeres y menores acostados en la acera, ropa sucia, poco espacio para caminar, caras cansadas.
Infrahumano
Wendy Castellano, de San Antonio del Táchira, espera desde hace siete días por una cita que le permitiera tramitar la cédula colombiana. Ella quiere trabajar en Colombia legalmente, sin embargo, desde que llegó a Cúcuta las circunstancias la obligaron a quedarse en la calle y a convivir con el resto de las personas que también necesitan el documento de identificación.
“Nos tocó andar con cartones para dormir en el piso. Es horrible dormir en el piso”. Los primeros días podían dormir en la periferia del Inem, pero con el pasar del tiempo la Policía local empezó a desalojarlos y debieron refugiarse en parques y plazas cercanas. Por orinar en los sitios les cobraban 500 pesos, por lo que la mayoría de los que pernoctaban en las adyacencias del colegio hacían sus necesidades en la acera.
Las autoridades colombianas, al percatarse de la situación, habilitaron dos baños portátiles dentro del Inem. Aunque después de las 6.00 de la tarde las personas deben ingeniárselas para conseguir baños.
El funcionario calificó la actual situación migratoria como una emergencia nacional. “Era un espectáculo grotesco ver dormir personas en las calles dos, tres días sin cambiarse, sin bañarse, sin comer. Era tecnológica y humanamente imposible”.
El efecto es inversamente proporcional, en lugar de disminuir la problemática del éxodo de ciudadanos colombo-venezolanos, aumentaron con cada operativo los lugares donde se observa a más venezolanos que se quedan en las calles de Cúcuta.
En ese operativo especial trabajaban 10 funcionarios, mientras que en la Registraduría Especial de Cúcuta estaban 30 trabajadores. “Si viniéramos los tres mil 600 funcionarios de todo el país, no seríamos capaces de atender el éxodo que viene de Venezuela hacia Colombia a solicitar servicios en este momento”.
Humillación
Los colombianos también se quejaron de la atención durante el operativo de cedulación. Diana Zoraida González es originaria de Bucaramanga y vive en Venezuela, donde sus tres hijos nacieron hace más de 25 años. “Vengo a pedir la nacionalidad a mis hijos tal y como corresponde. Veo demasiada humillación en los operativos. Hay muy pocos funcionarios y solo atienden a 20 o 30 personas diarias. Yo como colombiana exijo mis derechos”.
Ella pidió a las autoridades de su país más organización. Considera que durante los operativos de trámites debería haber comida, refrigerios y un refugio para las personas que no tienen donde dormir, pues la inversión del Gobierno de la hermana nación en los operativos resulta deficiente ante las demandas humanitarias de los solicitantes.
La perspectiva de los voceros del Estado colombiano difiere con González. Representantes de las instituciones de ese país, como Martínez, se quejan de los gastos públicos que debe implementar el Gobierno en los colombo-venezolanos y venezolanos, que son atendidos por los organismos estatales neogranadinos.
“Acá en Cúcuta hay una emergencia porque tenemos un presupuesto con el que casi no somos capaces de cumplir a los colombianos, entonces ahora, con todos los venezolanos que se atienden, se reduce los presupuestos a cero en los hospitales. Colombia no estaba preparada para recibir, más bien se iba gente de acá para otros países”, señaló el funcionario.
Inicialmente el problema migratorio que se vive en Colombia se limitaba a los departamentos fronterizos, pero actualmente se trasladó a todo el país. “Ya la migración es tan grande que cualquier municipio de Colombia, de los mil 122 municipios que tiene Colombia, está lleno de venezolanos”.
Martínez aclaró, debido a diversos malentendidos, que los venezolanos que quieran tramitar la nacionalidad colombiana deben ir a Migración Colombia. La Registraduría Nacional de Colombia solo atiende a descendientes directos de colombianos y no está en la facultad de nacionalizar a extranjeros, como lo dicta la Constitución de ese país.
Muchos neogranadinos ayudan con comida y hospedaje a las personas que van a Cúcuta para tramitar documentos. En otros casos, desconocidos los agreden física y verbalmente exhortándolos a que regresen a “su país”, Venezuela, tal vez sin imaginar que por derecho a ellos les corresponde tener las mismas oportunidades que cualquier ciudadano colombiano; las oportunidades que probablemente no tenían sus padres en Colombia hace décadas y que los impulsó a buscar una mejor vida en Venezuela, según publicó El Nacional.