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Desde las 7.00 de la mañana, transportistas de 15 rutas decidieron paralizar sus labores y tomar las adyacencias de La Curva de Molina para reclamar por los botes de aguas servidas en la vía a La Concepción. Entre las calles 79A y 79B se concentra el líquido putrefacto que causa desmanes desde hace más de mes y medio y a los cuales Hidrolago no da respuestas. Ante la falta de una solución cerca de mil unidades de transporte público no prestaron servicio hasta que se presentaran los representantes de la hidrológica y las autoridades.
Rubén Esis, presidente de la Central Sindical Noreste de Transporte, informó que se apersonó el ingeniero Álvaro Ramírez, quien manifestó que el bote de aguas es producto del colapso que tiene un colector principal de la avenida 91, frente a la iglesia del Carmen. “Nos dijeron que la reparación lleva su tiempo. Solo mandar a fabricar la tubería tarda 15 días y después viene un trabajo a mediano plazo. Las bocas de visitas donde se derrama el agua no están y los huecos no se ven. Aproximadamente, 20 unidades caen diariamente allí”.
Desgracias
Los vecinos del sector indicaron que en la comunidad existen enfermedades debido al problema. Andrés Sabarza, un joven que vende pasteles en una esquina que colinda con uno de los botes, afirma que las ventas están por el piso. “Un señor con discapacidad intentó atravesar la calle, pero se tropezó y cayó. Se partió la cara y lo ayudamos a parar, aunque se le cayeron los pancitos que llevaba. Los tuvo que recoger llenos de toda esa porquería y llevárselos para comer porque era lo único que tenía”.
Los afectados hacen un llamado urgente a la Gobernación y a Hidrolago para que den una solución al problema. Argumentan que bajo esas condiciones es imposible hacer vida. Los presentes señalaron que en caso de ser nuevamente engañados y observen que no se trabaja para corregir el daño, tomarán nuevas acciones que busquen poner fin al problema que afecta a la zona oeste de la ciudad.