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¿Qué pasaría si fueras el gerente de una importante empresa y sin previo aviso, tu secretaria renuncia el mismo día que se incendia tu oficina; o una socialité a la que repentinamente sus amigos, familiares y conocidos le aplican la ley del hielo?
Para muchos marabinos estas dos situaciones hipotéticas resumen lo que para ellos representa quedarse sin Smartphone. Más que símbolos de estatus, estos aparatos se han vuelto un “cordón umbilical” entre el usuario y su vida social y laboral, posicionándolos como “artículos de primera necesidad”, con todas las implicaciones que dicha clasificación acarrea en un país como Venezuela.
La oportunidad llama
“Inicialmente yo mismo viajaba y traía los equipos o los solicitaba a mi proveedor en Miami, quien me enviaba dos veces por semana a través de los puerta a puerta que operan en la región, pero cambié de esquema a raíz del desbarajuste con el dólar, porque la ganancia que hacía en la mañana la terminaba perdiendo en la tarde”, explica Sergio Mauro, un comerciante marabino de 42 años que decidió incursionar hace cuatro años en el mercado tecnológico 2.0 para suplementar sus ingresos.
El emprendedor de ascendencia italiana cuenta que a pesar de los altibajos, el negocio sigue siendo muy atractivo, dada la demanda insatisfecha de quienes por daño, extravío o robo, siempre andan buscando un teléfono que no consiguen en los agentes autorizados de la ciudad.
Sergio ahora busca su pedazo de la “torta” bajo la modalidad de bróker (corredor), donde ofrece inventarios de otro importador venezolano que vive en EEUU, pero mantiene un stock grande en Maracaibo. Este formato le ofrece una relación ganar-ganar, ya que él percibe un porcentaje del valor de venta del equipo, a la vez que elimina riesgos que antes tenía que asumir como importador. El proveedor por su parte, se beneficia de una fuerza de ventas que no le genera pasivos laborales y le brinda acceso a una clientela que quizás no tendría en forma directa.
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