En estos momentos de dificultad, las élites pensantes tienen la oportunidad de construir una sociedad que desarrolle una estructura basada en la importancia del trabajo, el respeto pleno a la ley y a las instituciones democráticas
La transformación de Venezuela va más allá de los aspectos políticos y económicos, implica un cambio en el factor espiritual de la sociedad. Evidentemente ese proceso afecta formas de pensar, comportamientos, solidaridad y nacionalismo, que serán claves para lograr la tan ansiada superación del modelo petrolero, basado en la dádiva oficial, la concentración del poder en el Estado, la injerencia militar en la vida civil, la delegación de la toma de decisión pública a las manos de partidos o élites usurpadoras y esa forma de pensar desvirtuada sobre la importancia del trabajo.
En estos momentos de dificultad, las élites pensantes tienen la oportunidad de construir una sociedad que desarrolle una estructura basada en la importancia del trabajo, el respeto pleno a la ley y a las instituciones democráticas, y el incentivo al ejercicio del ciudadano para asumir la toma de decisión pública. Eso implica que las instituciones sociales generadoras de conocimiento y formación, asuman parte de ese importante protagonismo y den la oportunidad a los venezolanos de pensar diferente y sacar del “marasmo” en el que viven en la actualidad, tendencia que ha desembocado en desesperanza y pérdida de fe.
Acostumbrada a vivir en un modelo fundamentalmente consumista, la sociedad venezolana mostró durante décadas una aparente bonanza y bienestar que ahora enfrenta fuertes limitaciones en la oferta de productos básicos y una histórica hiperinflación, que la coloca al borde de un estallido social; tamaña crisis obliga a las instituciones como la Universidad del Zulia a unirse a la sociedad civil para iniciar ese proceso de repensarse y proponer las bases de lo que vendrá; el actual partido gobernante desfasado de la realidad y fundamentando su accionar en el control y la represión, evidentemente no está preparado para encausar esa creciente energía transformadora que necesita Venezuela para superarse.