La
Maracaibo es un caleidoscopio. La diversidad de estilos arquitectónicos y su paleta de colores la hacen única. Su crecimiento anárquico y el déficit de mantenimiento no le restan la belleza que admiran los nativos y aquellos cuyos pasos trashumantes coadyuvaron a proporcionarle un perfil cosmopolita. La fastuosa fachada de la Maracaibo de nuestros abuelos que aún queda en pie, no se amilana ante los elegantes edificios que ocultan su vista y reafirma nuestra identidad, que también se manifiesta en el dialecto característico.
En estos días, la Tierra del Sol Amada refulge bajo la Luna y su calor intenso es una invitación a disfrutar de los eventos que en honor a Nuestra Señora del Rosario de la Chiquinquirá dan especial brillo a Maracaibo. Es la madre espiritual de un pueblo que pese a vivir la más espantosa crisis humanitaria, mantiene incólume su amor y devoción a la “Sagrada Dama de El Saladillo” como le denominara uno de sus más emblemáticos cantores, Renato Aguirre. Unos días propicios para el recogimiento espiritual con la visita a la tablita en la Basílica, la casa edificada en su nombre.
Este 2016, la precaria situación económica de la Alcaldía de Maracaibo y la necesidad de priorizar sus gastos, suspendió la tradicional feria internacional instituida en su honor, reservándose para espacios privados; aunque se han realizado, como es costumbre, actividades culturales, artísticas y deportivas. En este sentido, la tradición y la fe mariana se imponen y las actividades religiosas han mantenido su alto nivel de participación y de fervor chiquinquireño. La solemne procesión y eucaristía del 18 de noviembre por la tarde, cuando al paso de su grey fue devuelta a su altar, es el acto central. Desde su trono, mantiene viva la esperanza en que vendrán tiempos mejores.
En este tiempo que convoca a la reconciliación y la paz, le pido a la Reina Morena fortalezca espiritualmente a la comunidad de la Universidad del Zulia. Ilumine nuestro andar y nos una en una sola voz para, desde la pluralidad de la cotidianidad, hagamos la reflexión crítica pendiente sobre los problemas de la institución y desde la rigurosidad científico-ética establecer propuestas de solución a la compleja realidad nacional, reafirmando nuestra vocación democrática, autonomista, civilista y social. “Canta pueblo canta y al altar mirad / que en estos instantes la Virgen saldrá y cantará, cantará / ‘su voz se levanta’ y tan pura y santa te bendecirá”: Renato Aguirre, “Sagrada Dama de El Saladillo”.